“¡Tengo derecho a saberlo!”. Los ojos de Elliot se enrojecieron mientras se quejaba: “¡No puedes cambiar el hecho de que soy el padre, aunque no quieras admitirlo!”.“Ahora lo sabes, ¿no?”, respondió ella con indiferencia.“¡Ahora lo sé, pero no lo oí de ti! ¡Muéstrame los informes del laboratorio!”, exigió él.“No hay ningún informe de laboratorio”. Su muñeca empezaba a doler por el agarre del hombre y movió su otra mano para apartar los dedos de él. “¡Suéltame!”.“¡¿Por qué no hay un informe de laboratorio?!”. Él aflojó el agarre, pero no lo soltó del todo. Solo subió la mano por la muñeca de ella y continuó reprendiéndola.Incapaz de mentir mientras era confrontada por Elliot, ella explicó: “Hice la prueba en Bridgedale, así que solo me enviaron un mensaje”.“¡Muéstrame el mensaje!”, le ordenó él, con toda la intención de insistir hasta que hubiera visto el mensaje por sí mismo.Justo entonces, Mike y los niños salieron del comedor y vieron a Elliot.“¿Qué está haciendo él a
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