Voy en un avión de camino a casa, no sé cuánto tiempo falta para aterrizar, pero sé que es poco, con solo pensar que regresaré a casa hace que me sienta emocionada y asustada al mismo tiempo. No puedo esperar por ver a James y abrazarlo. Quizás no deba contarle todo lo que viví, quizás no a detalle. Quizás solo deba olvidarlo todo, y a él también, junto con sus ojos azules. Mi corazón está más tranquilo, luego de que en la sala de espera del aeropuerto me diera cuenta de que perdí mi luna. Mi pecho comenzó a doler y la desesperación no me dejaba respirar, estuve llorando en el baño, no sé por cuanto tiempo. Hasta que Filipo entró a buscarme. Respiré y respiré hasta que logré calmarme un poco. Me senté nuevamente en la sala de espera y en la silla de al lado estaba “El temor de un hombre sabio” Mi obsequio de despedida. Lo tomo y abro la tapa, esperando ver una dedicatoria como en “La vida secreta de las abejas” respiro profundamente, sabiendo que lo que esté escrito ahí son l
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