Alessandro estaba acorralado, se habia quedado sentado, mientras veia a su jefa, moverse por toda la oficina, con su vaso de vodka en la manos, parecia que el alcohol y el cigarro, le daban fuerzas para ejecutar cada uno de sus planes, se olvidó de que a su detective favorito, el humo del tabaco lo fastidiaba, lo volvio a encender sobre el, y sopló el humo sobre sus narices para demostrale quien mandaba.–Esto es para que sepas que no se le puede decir que no a Lorena Panizzoli–aviso ella sentada frente a el, agitando los papeles en el aire, con el cigarro sostenido con sus labios, Alessandro la miraba con firmeza, aunque su rostro no se mostraba intranquilo, porque estaba preparado para sobrellevar situaciones como esas sin salirse de control, pero por dentro, su estomago gruñia, no de hambre, si no de impotencia, con la fuerza que tenian sus puños, podia pegarle un manotazo a aquella mujer salir corriendo, pero su vida se convertiria en un completo caos, por eso, mientras la obser
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