SOFÍALas manos sobre mi regazo las tengo tensas, jugueteando con mis dedos por los nervios.Han pasado dos días desde la conversación con Eric, en donde prácticamente admití lo que había sucedido con Tomás, pero siendo sincera, esperaba otra reacción por parte de mi lobo.Doy una vista hacia él de reojo viendo como maneja y luego vuelvo mi vista hacia mis manos. Las cuáles deberían estar envolviendo la suya mientras maneja, pero sé que es culpa mía que no tome esa iniciativa de tomar las mías.He estado evitándolo desde que me rescató, tensándome ante cada toque de su cuerpo con el mío, pese a que mi cuerpo me exija tenerlo cerca o rodearme del calor que desprende y que de esa sensación de seguridad que siempre he amado, mi cerebro dice lo contrario; me indica peligro, que la cercanía es mala porque trae consecuencias que nublan los sentidos y todo eso es debido al secuestro.Porque cada vez que Tomás se me acercaba, significaba droga y aquello conllevaba a que mi mente se nublara e
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