Acepté la mano que me ofreció. Me llevaron de vuelta a la cocina. Recogió la toalla mojada que había dejado en el suelo y dijo: - Me conoció hace unas horas y ya está armando un lío en mi casa. – bromeó. No me reí. Si no hubiera sido herida ya, tal vez lo hubiera encontrado divertido. Pero yo estaba bastante confundido acerca de ese hombre. Me tomó por los hombros y me miró a los ojos: - Relájate, Meg. Y acepta mis disculpas... Por favor. Tenía miedo... - ¿De que? pregunté inocentemente. - De... ¿Te quedas embarazada? La declaración salió casi como una pregunta. - Eso no va a pasar... - Contemos con la suerte... ¿Eso? Se rió nerviosamente, pasándose una mano por el cabello, alborotándolo. - Por Dios, me estás poniendo aún más confundido y nervioso. Podría decir que estoy acostumbrado a este tipo de cosas, pero no es así. Traté de hacer que todo pareciera normal y ni siquiera se me pasó por la cabeza que pudieras notarlo... Pero luego estaba el sangrado. Confirmaste que nunca h
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