«Cuando Jared se entere de que robé los cassettes de sus terapias, regresará al Paradigm con el mismo vuelo», se decía Rossana Regiés, en su cama, en una de las tantas noches de insomnio que le aquejaron durante las tres semanas restantes en las que Jared Cavalier permaneció internado en la clínica de desintoxicación.«Por otro lado», se consolaba, «si Jared me dio la lista negra de Adalyn, fue para que le sacase partido, ¿cierto?».La pobre de Rossie no tenía idea de lo equivocada que estaba.Ese error no le duró, por supuesto, el tiempo suficiente como para acostumbrarse al consuelo.El Goodboy sería dado de alta el sábado, 2 de marzo del año en curso. Rossie lo sabía, y no tenía planes de recogerlo. Supuso que de eso se encargaría su madre, Nora, o sus hijos, incluido Marcel, por supuesto.

Es el sábado, 2 de marzo del año en curso. Jared Cavalier y Rossana Regiés están en la puerta del Park South. Son las 19h00. El Goodboy deja su maleta mediana en recepción e invita a Rossie a la cena. Ella acepta.Se dirigen al Restaurante insigne del hotel, el Covina, Jared no necesita reservación ni tampoco estar bien vestido, porque es Jared Cavalier. El camarero en jefe los sienta en una mesa privilegiada para dos. El Goodboy retira la silla para que Rossie tome asiento. Hace mucho que no tenía ese gesto con ella. Ro le sonríe, apenas, y le brillan los ojos. Jared toma nota de esto.Les es entregado el menú. Rossie ordena un Salmon Picatta y Jared un Parpadelle Bolognese, ambos piden agua natural para acompañar el plato.Comen en silencio, y de vez en cuanto se preguntan, mutuamente, si lo que ordenaron está delicioso. Ambos están de acuerd

Transcripción de un extracto del video en vivo de Instagram hecho por Marcel Regiés-Cavalier (@marcel.cavalier), con fecha domingo 3 de marzo del año en curso, a las 18h00 (GMT-5) ¡Hola, hola! ¿Están por ahí? [apunta la cámara hacia sí]. Hello, chicas, chicos, chiques que me sintonizan… ¿se dice sintonizan?, eh, no sé… que me ven desde varios lugares del mundo. Por favor pongan en sus comentarios desde qué parte del planeta Tierra me están siguiendo.México, Argentina, Chile, México otra vez, EUA, España… ¡España! Eso es nuevo. Panamá, Perú… ¡saludos a Perú!, Chile again, Nicaragua, Francia, Italia… saludos a la comunidad latina de por allá, o sea, latinoamericana, ¿Indonesia? ¡Wow! ¡Eso es buen

Lunes, 4 de marzo del año en curso. Libery Hall, cuarto piso. Sala de espera de la oficina de Rossana Regiés.  Jared Cavalier mira su celular con cara de compungido, con la otra mano se tapa la boca.Esto es un fragmento de lo que está leyendo: ¡Alguien póngale un bozal a ese chico!Fecha de la entrada: 4 de marzo del año en cursoPor Jimmy de Jail, para la Revista Digital Pop-e-tears (Fragmento)Como si no fueran suficientes los chismes sistemáticos con los que el Goodboy (nótese la ironía en este nombre) nos ha entretenido durante los últimos cinco meses (¿tanto?, ¿es en serio?), aparece, de nuevo, su hijo abandonado y recién reconocido para sacrificar, una vez más, al padre, en los altares de la popularidad de Instagram.Claro, porque M

Jared Cavalier no quería tener una discusión familiar aquella mañana del 4 de marzo, pero Rossie le embarcó en una. En cualquier momento llegaría su hijo Marcel, a la oficina de su madre y de su padre para enfrentar, por enésima vez, su destino.Y estaba en las manos del Goodboy el hacérselo saber.–Aquí tienes tu café, querido –Rossie entregó el vasito desechable a Jared. Él lo tomó y apretó la mano de ella cuando lo hizo–. Necesitas esto para espabilarte porque discutir con ese chico que va a mil no es cosa fácil.–¿Me pierdo de algo? –una voz de niño bonito se escuchó en el dintel de la entrada a la oficina de Ro–. Veo que interrumpo… asuntos importantes.Rossie tenía su mano en la de Jared, quien asía el recipiente que comenzaba a quemarle. Ambos se soltaron de inmediat

La gestión de Trini fue bastante efectiva, como era predecible. Una semana y media después de la conversación familiar, Los Cavalier-Regiés (es un decir), contaban ya con un departamento amoblado de tres dormitorios en la 8th. Av., los papeles fueron firmados y la mudanza se efectuaría el sábado 16 de marzo del año en curso. El viernes 15, Jared Cavalier y Rossana Regiés decidieron cenar por última vez en el Covina, su restaurante favorito del Park South. Jared llegó antes, como siempre, y ordenó agua para beber en lo que venía Rossana. En su pequeña habitación de tres cifras bajas la noche, ella se debatía entre elegir el vestido negro o el blanco. Al final optó por uno azul oscuro que no parecía tan elegante como para que su acompañante pensara que se había arreglado así a propósito (y para él). Cuando llegó al Covina, Jared iba ya por su segundo vaso. Esta vez de LaCroix de watermelon, uno de sus sabores preferidos. El ligero gusto a sand

El equipaje de Rossana Regiés y Jared Cavalier no era tan excesivo como ambos imaginaban. Con el dinero para pagar a quien empaque, traslade y desempaque por ti, cualquier cosa podía resolverse con el mínimo esfuerzo.Ambos eran, sin embargo, un par de neuróticos a quienes les gustaba revisar que todo fuera hecho de manera que sus respectivas pertenencias no se echasen a perder por cualquier mala práctica profesional.El departamento de la 8th. Avenida era mucho más de lo que Rossie esperaba. No se parecía a la imagen de la vivienda de sus sueños en Manhattan, pues se trataba de una construcción contemporánea sin ninguna reminiscencia de las viejas edificaciones de los años treinta en las que tanto le hubiese gustado habitar, pero tampoco podía quejarse.Igual, quien pagaba era Jared. Así que, a caballo regalado…Las pertenencias de cada uno se colocaron en sus respectivas habitaciones. Por primera vez en su vida, Rossie tendría su propio walking closet, en el que se dedicó a guardar,

No se trataba del momento más oportuno para confrontar la ira de un hombre que se sentía traicionado. Y mucho menos si ese hombre era Jared Cavalier. Rossie se hallaba completamente desnuda, sumergida en aguas perfumadas, salinas y tibias, con los audífonos puestos a todo volumen y con una loción astringente de naranja y vainilla que apenas si le dejaba mover las mejillas para que no se le cayera. En esas circunstancias, tuvo que hacerle frente al amor de su vida, y a la supuesta traición de la que este acababa de acusarle. Porque le había reprochado –sin decírselo– de tomar sin su permiso el cuadernillo verde de Adalyn Fernández-Cavalier para escribir su serie de N*****x sobre lo que fuera que estuviera contenido ahí. Y que trataba sobre la forma en la que El Emperador de las boybands había hecho de las suyas en su juventud y primera adultez. Y eso a nuestro Jared no le hacía ni la más mínima gracia. –Encontré ese cuaderno en mi escritorio hace más un mes, antes de tu internamie

Lo que se narrará a continuación, corresponde al primer borrador del guion literario de lo que será, con toda probabilidad, parte de One Step at a Time, la tercera temporada de la serie biográfica de The Boyz in the Band. La fecha: con relativa seguridad, 1991. La ocasión: la segunda gira mundial de The Boyz in the Band, ocurrida luego de su triunfo global y consagración internacional con el tercer disco de la banda, denominado One Step at a Time, que les traería la gloria y un éxito sin precedentes del que, a partir de entonces, les sería difícil escapar. El lugar específico: el concierto insigne de la banda, ocurrido en Providence Park, Nueva York. El momento clave: el fin del recital y el regreso de la banda al backstage. Lo que se describirá en estas líneas se trata de una de las rutinas más recurrentes que el Goodboy y compañía –en especial Toby– realizaban toda vez que terminaba un concierto de los grandes.<

En su camerino, que es el equivalente a su reino personal, manda Jared Cavalier. Ni su productor, ni sus guardaespaldas, ni siquiera su madre, tienen jurisdicción dentro de aquellas cuatro paredes. Aquello está estipulado en su contrato, y podría demandar a cualquiera que se atreviera a poner en entredicho la privacidad de aquel habitáculo. Cookie lo sabe y, por ello, se toma los diez minutos reglamentarios que necesita el Goodboy para prepararse para su ritual. Decíamos que Jared Cavalier había tomado su walkman con un cassette adentro. Decíamos también que el cassette correspondía al primer disco de la banda. Lo que no dijimos es que El Emperador le dará play al primer track de la cinta y que, para ello, necesita de unos minutos para rebobinar. Cuando lo hace y la música arranca, Jared Cavalier está listo para lo que se viene. Afuera, Cookie escanea visualmente a las chicas que, ansiosas, esperan