Todo mi cuerpo está en negación total, mi cerebro se rehúsa a creer lo que ve. Kenneth Lawler, esta frente a mí, en mi casa y vestido tan elegante como nunca antes, que su belleza es capaz de cegarte; y lo que más me sorprende de verlo, es que su atuendo combina a la perfección con el mío, como si este encuentro hubiese sido planificado.— ¡¿Qué demonios haces tú aquí?! —siseé por lo bajo disimulando una sonrisa.Kenneth miro a Úrsula muy serio y fue como si con eso bastara para comunicarse entre ellos sin necesidad de palabras.¿Pero de que me perdí?—Fue idea mía —respondió tranquilamente mi madre—. Después de tu nueva aparición en prensa, decidí tomar medidas drásticas.Los mire a ambos sin entender nada.—Ustedes me están jodiendo, ¿verdad? —Cuestione en medio de una risa nerviosa—. ¿Qué broma de mal gusto es esta, Kenneth?—Cálmate, princesita. Todo tiene una explicación —se acercó y me tomo de la mano con tanta naturalidad, sin importarle que mi madre estuviera frente a nosotros
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