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Capítulo 31. Mi sexy y ardiente mujer
Es el cumpleaños de Giovanna La Cruz. Toda la familia y yo estamos de fiesta, la pequeña demonio cumple sus 18 años, y Juan está eufórico por su hermanita. Me imagino lo bien que se ha se sentir cuidar a otro ser tan chiquito y llamarlo hermanito, nunca tuve esa experiencia. Extrañamente me dan unas ganas de llorar, pero ahuyento ese sentimiento. No es el momento adecuado. Me recuesto en el asiento, dejo mi mente vagar en los acontecimientos del día de hoy. En cuanto llegué a la oficina bien temprano fui informada que encontraron la persona idónea para el puesto de Gerente Contable, en ese momento también me entraron unas ganas de llorar, pero se lo atribuí al tiempo que estuve llevando las riendas. Despejé mi mente, puse cara mi mejor cara y me dirigí a la oficina de junta directiva. —Buenos días —entro saludando, junto a los socios y la gerente general hay otra mujer. Me imagino que es la persona que contrataron para ser la nueva contadora. Los siguientes minutos me los pasé so
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Capítulo 32. No puede ser verdad.
Lunes. Una nueva semana. Desde el cumpleaños de Juan me he estado sintiendo mal, me dan pequeños mareos, un inagotable apetito. He aumentado un poco de peso, tampoco es que estoy gorda una tremenda barriga, pero el pantalón del uniforme no me queda, ya no quiere cerrar y me lastima de lo apretado que me queda. Mi doctor bonito me ha arrullado entre sus brazos con bonitas palabras y yo he terminado llorando, pero ¿Qué coño es lo que me pasa? Me despierto en las madrugadas buscando helado en el refrigerador. Una idea cruza por mi cabeza y la desecho, no puedo estar embarazada, además me faltan dos semanas para que me llegue el periodo. No veo como puedo estarlo, me he tomado la píldora al pie de la letra, no he tenido ningún retraso al momento de tomarla, ni siquiera en minutos. Un fuerte dolor se cabeza me ataca, m****a… Lo que me faltaba para completar mi lunes. Por el rabillo del ojo veo que mi teléfono se enciende. Un W******p de Juan. Juan: Pelirroja, ¿Estás bien? En la mañ
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Capítulo 33. Por favor, resiste.
Voy directo a la casa de Juan, necesito sus abrazos, su calor. No quiero derrumbarme sola. Aunque eso tendrá que esperar, por la hora Juan debe estar trabajando. Por eso me sorprendo cuando veo su camioneta estacionada y él esperando recostado de ella. —Pelirroja. Solo eso me dice. Yo termino en sus brazos, llorando con un sentimiento profundo de ira e impotencia, ¿Cómo puede existir personas así? ¿Cómo? No sé si pasan minutos, no sé si pasan horas, solo sé que me quedo en sus brazos y me embriago de su olor. Cuando me tranquilizo un poco le pregunto —¿Qué haces aquí? —Estefanía me escribió inmediatamente que Arnaldo les informó a ella y Federica… —Juan, pero ¿Y el trabajo? —toma mi rostro entre sus manos, me ve con aquella intensidad que me desarma y dice—. Tú eres lo más importante para mí, el trabajo puede esperar. Además, tengo a mi padre que puede cubrirme cielo. Hablé con él y me tomé lo que resta del día. Voy a protestar, pero me silencio. —Pelirroja, hoy es un día par
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Capítulo 34. Perdóname.
Escucho ruidos a mi alrededor, pero no logro enfocar bien la mirada, me duele hasta el alma. Distingo una sombra que se viene encima de mí y me asusto.—Tranquila señora —escucho a lo lejos —. Somos de defensa civil, ¿puede hablar?No, no crea que pueda mover un solo músculo de mi cuerpo.Poco a poco voy recobrando la conciencia y todo lo sucedido. El paramédico me alumbra los ojos, y me estremezco, los cierro y siento como si me fuese de lado.—Castro, ayúdame a sacarla —ordena la persona que tengo frente a mí —, pero primero baja la camilla.—¿Se acuerda como perdió el control?—Fu-ue prroovocaa-do.He recuperado el sentido por completo, el dolor se intensiva en mi hombro, brazo, frente y vientre.Mierda.Por favor, resiste cariño. —Essstooy em-barazada.Logro decir a puras penas, su gesto se alarma. Me preguntan varias veces si tengo algún seguro de manera que me puedan llevar a una clínica privada, de lo contrario seré llevada al hospital.Con cuidado me levantan y me acuestan e
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Epílogo. Te amaré incluso depsues de la muerte.
Han pasado muchas cosas desde mi salida de la clínica. Comenzaré contando a medida que fueron sucediendo: Federica y Arnaldo se casaron semanas después del accidente. Así que su dama de honor usó collarín en la boda. Es algo que todavía me hace rabiar. Papá y mamá se quedaron dos meses en Venezuela, por mi recuperación, así que el cumpleaños de papá, a finales de julio, lo celebramos juntos, para ese momento por fin había dejado de usar el collarín y podía mover mi brazo con tranquilidad. En octubre y justamente en el cumpleaños de Arnaldo, Federica dio a luz un hermoso niño, rubio como ella y de ojos grises como mi amigo. Era toda una ternurita, sobra decir que lloré más que María Magdalena. Mi amiga llevada por su loca imaginación llamó al niño Thor. Sí, leíste bien, Thor, como el de la mitología nórdica. Como el vengador de Marvel. En diciembre Estefanía renunció a la clínica y decidió irse a España con su nuevo novio. A su madre y los abuelos La Cruz casi les da un infarto cuan
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