Capítulo sesenta y uno. Epílogo
—¡Papáaa! ¡Papáaa! —gritó Emma al ver lo que sus hermanos habían hecho con su reciente cuadro.Emma era aficionada a la pintura, pero no era una artista como su madre y a sus dieciocho años, este hobby le ayudaba a despejar su mente de las responsabilidades que tenía como primogénita de la familia Collins.—No fue nuestra intención, Emma —dijeron al unísono los gemelos.Emma los miró con suspicacia. Peter y Patric eran como dos gotas de agua y había momentos en los que se le dificultaba reconocer quién era quién, pero hoy estaba segura que ambos habían sido los responsables del desastre en el estudio.—Nooo les creo —gruñó con enfado.Aunque sus cuadros jamás verían la luz, este era especial, porque era un regalo que pensaba hacerle a Nicholas. Un regalo que no sería posible entregar, porque todo estaba arruinado.—No le digas a papá, va a castigarnos —pidieron al mismo tiempo.Emma los miró fijamente.—Puedo perdonarlos, solo y solo si hacen algo por mí —dijo dibujando una sonrisa e
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