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Todos los capítulos de Sumisa de Blanco : Capítulo 51 - Capítulo 60
70 chapters
Capítulo Cincuenta y Uno
Roy Phillips La noche me duró poco, a pesar que caí como si me hubiese noqueado un campeón de pesos completos. Ella me golpeó y para mi Amaya Bezos en mi contra, era más letal que un luchador de KFC en pleno apogeo de su carrera. Obviamente cuando desperté ella no estaba conmigo... Amaya como siempre había tomado lo que necesitaba de mí que era mi cuerpo y mi pasion desmedida hacia ella, y había huido tal y como ya lo había hecho de su esposo esta noche, era de esperar que lo haría así. ¿Noche de bodas para quien? No pRA MI... tampoco para ese cornudo... solo era la noche de bodas para esa bruja, que se habia salido con la suya haciendome meterme en ella.Su noche de bodas se la pasó en mis brazos para demostrarme que ese tipo que ahora la llamaria "esposa" a ella le importaba una m****a, pero que mucho menos le importaba yo, que después de esto me había convertido en su merioneta. No sé que me duele mas... si la cabeza después de esta resaca terrible o mi orgullo de hombre total
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Capitulo Cincuenta y Dos.
{***} Los primeros momentos en la nueva ciudad fueron extremadamente complicados. Las secciones de quimioterapia de mi hermana eran cada vez más agresivas y le quitaban las fuerzas. Su cancer era tratable y eso era lo unico que nos anclaba a la realidad, pues todo lo demas me dejaba un mal sabor en la boca a pesadilla. Era como si ella se apagara con los días. No se de donde saque fuerzas para sostener sobre mis hombros a mamá y a Mariam. Me costaba adaptarme a estar sin hacer mucho, y cómo si durante toda mi vida habia trabajado para ganar mi sustento. Amiel nos tenia en aquella casa como huéspedes y cada vez me sentía como un mantenido. Desde pequeño me acostumbre a ganarme el pan, así que ayudaba en todo lo que podía. Tanta era la tensión que sentía que durante todo el día no pensaba en la bruja, pero no habia noche en que me librara de su imagen. la hechicera rubia de ojos azules mas poderosa que habia pisado Miami. Lágrimas amargas surcaban mis mejillas y mojaban la almohada
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Capítulo Cincuenta y Tres.
Amaya BezosUn Año y Medio Después.Cada segundo qué pasa lejos de mi país, lejos de mi familia y sobre todo lejos de mi amor, del hombre de mi vida, me convence más de que merezco otra oportunidad. Quizás no fui lo inteligente que debí haber sido para manejar la ruina de mi enemigoHe estado tratando en vano de unir las pruebas necesarias para deshacerme de una vez y por todas de la bestia inhumana que tengo como esposo legal y carcelero oficial.Somos dos fantasmas que viven en alas opuestas de la misma casa. No ha habido intimidad entre nosotros, ni la habrá, aunque intente violarme, para ponerme un dedo encima con su cochina lascivia tendría que matarme primero, malamente nos tratamos.Ya no tiene interés en mí, -cosa que me alegra bastante- ni en como llevo la vida que me obligó y condenó a vivir; Mucho menos desde que Marcelo descubrió que a parte de una cuenta bancaria con un saldo ínfimo, yo no tenía acceso a ninguna cuenta de mi familia. Sus planes de usar mi dinero estaban t
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Capitulo Cincuenta y Cuatro.
Amaya Bezos Tal y como espere mi presencia no continúo siendo desapercibida, y justo ahora que necesitaba desaparecer de la faz de la tierra; uno de los hombres que parecían ser de la seguridad personal de la estrella se ocupo de llamarme la atención para que me largara. —No puede estar aquí señorita, esto es una zona privada—me vocifero fuerte el guardaespaldas, su tono fue bastante alto para asegurarse que lo escuchara. El viento de la madrugada comenzaba a arreciar y abracé mi cuerpo para protegerme del frío que me dio ver al amor de mi vida rodeado de otra mujer. Asentí con la cabeza para demostrarle al hombre que había escuchado su orden y clave mi mirada en el asfalto. No quería chocar con la mirada acusadora de Roy. Que el hombre de seguridad me hablara, eso fue suficiente para que la Estrella notara mi presencia y nuestras miradas se encontraran por breves segundos. Baje la vista avergonzada de semejante ridículo. —No se preocupe ya me voy— musité cortando el contacto visua
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Capítulo Cincuenta y cinco.
Amaya Bezos. Luego del Jacuzzi hicimos el amor en un sillón, hasta finalmente llegamos a la cama ara el tercer raund de la noche. Había sido tanto tiempo sin él que ninguno de los dos parecíamos poder saciarnos. Tenerlo dentro de mi podría ser considerado deporte de alto riesgo por los niveles de adrenalina que disparaba en mi organismo. Lo veneré en cuerpo y alma… quería hacerle sentir que era el único hombre que existía en mi vida a pesar de estar legalmente unida en matrimonio con otro demonio. Roy hizo lo mismo que en el pasado… me amó con su cuerpo tanto como lo hacía con su corazón. Él me veneraba como a una diosa, y al mismo tiempo me hacia sentir como la puta diosa de los orgasmos. Era maravilloso estar con él, no importaba en que posición. Cerca del amanecer me desperté y él estaba dormido, amé besarle los labios mientras dormía como el ángel que era. Me incorporé y le di rienda suelta a mis deseos. Mis labios llevaban otro camino, así que fui dejando un rastro de besos,
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Capitulo Cincuenta y Seis.
Amaya Bezos Al regresar esa noche a casas después de bajar las bolsas que contenían la compra, me encontré con la puerta de la calle abierta de par en par. Mala señal de que tendria una guerra muy diferente esta noche. El monstruo sin dudas había vuelto de su cloca, no tenia tenta suerte para que se trataran de ladrones comunes y corrientes de esos que roban baratijas y se largan por donde vinieron. El delincuente que vivia en mi casa y al cual me enfrentaría no era un ratero cualquiera: era sanguinario, maltratador e inhumano, y ademas carecia del más minimo o basico respeto o consideración por el sexo femenino. En ocasiones llegaba a pensar que su sadismo injustificado estaba motivado por su temor al poder de las mujeres. Poruqe no encontraba otra causa posible a tanta maldad. Entré en el living en penumbras lleno de sombras, mas que una casa ese maorada cada vez parecia más un mausoleo. La escasa luz de las luminarias del patio se colaba por una pequeña rendija que había quedado
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Capítulo Cincuenta y Siete.
Amaya Bezos Otro largo Año Después Luego de un largo año de angustias, tras meses de investigaciones por parte de él nuevo esposo de Andrea, con la cual me confesé una tarde; ella no entendía que demonios hacia casada con nuestro antiguo verdugo Marcelo Di Alberti, eso hasta que le conté como me había obligado. Si alguien era capaz de entender de que era capaz mi actual esposo era Andrea, la carismática “Nero” estaba casada nada más y nada menos que con un detective de la Interpol que conocía bien su pasado, y se ofreció a ayudarme tan pronto ella le cometo que yo era una víctima de un tratante de blancas con negocios en toda Europa.Tras seguirle la pista a mi esposo, ya podía decir que tenía un caso bien armado. Había perdido dos años y medio de mi vida, pero sentía que valía la pena si ese monstruo no le hacía daño a nadie más, y sobre todo se cancelaba la amenaza a muerte que pesaba sobre la cabeza de Roy y sobre mi familia.Varias de las pruebas contra Marcelo las había proporc
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Capítulo Cincuenta y Ocho.
Roy PhillipsSentado en la cabina de la emblemática emisora America’s Greatest 70’s Hill espero nervioso el momento que avisen que estamos al aire. Puedo estar cantando frente a un micrófono con mi banda de fondo y me siento como pez en el agua, pero las entrevistas y la prensa... ¿Qué puedo decir?... No acabo de acostumbrarme. y creo que no lo hare nunca. Tampoco soporto que los papparaziz me persigan, y aunque intento separar mi vida privada lejos de los medios para proteger a Mariam y a mi madre, a veces se me va de las manos. Esta el hecho de que se me considere un soltero codiciado, y los medios me persiguen para ver al final "quien se lleva el pez al agua" como dice mi madre. Vaya ironia...¿Yo?¿Un soltero codiciado? yo que ni siquiera me pude quedar junto a la mujer que enamoró por no estar a su altura. Las bromas del destino a veces eran injustas... pero asi eran. «Aire» anuncian y se encienda una luz roja y Milly saluda a la radio audiencia con una sonrisa en los labios que
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Capítulo Cincuenta y Nueve.
Amaya BezosFeliz de la vida me fui al hotel... ya había dicho lo que necesitaba decirle...ahora restar que su llamada llegara en cualquier instante.Él fue quien me encontró esa tarde, ya había sido suficiente de negarse a lo que sentía y no escuchar a su corazón.Cerca de las siete en punto de la tarde tocaron tres veces a la puerta de la suite de hotel Royal Luxury en el que me estaba quedando y extrañamente no me sorprendí. Eso era justo lo que esperaba que él hiciese. Estaba preparada esperándolo desde hacía casi dos horas...Al abrir, nerviosa, me encontré con Roy, recostado a la pared, con una rosa amarilla en las manos. Mi corazón se disparó a latir desbocado por la emoción que me causó verlo allí y semejante detalle, era el hombre de mi vida que por fin había llegado para no irse jamás. Tenía que saber que no lo dejaría irse… así que se atuviera si sus intenciones no eran quedarse para siempre. Lo miré con una sonrisa tierna y también me apoyé en la puerta contemplándolo. Es
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Capítulo Sesenta.
Roy Phillips Estaba dispuesto a todo por no perder a mi pequeña rubia hechicera de ojos azules después de todo lo que ha pasado para tenerla conmigo d e manera permanente. ¿Cuántos años han pasado para poder decir , alardear y gritar a los cuatro vientos que es toda mía, que Amaya Bezos es mi mujer? Cinco desde que la conocí en Miami, divina, embriagante y seductora por aquel entonces, y aún no pierde el encanto, sino que como el buen vino se torna más absolutamente deliciosa con los años. . Cuando hace dos años y medios atrás, me dio una oportunidad y se entregó sin reservas a mi quise ingenuamente creer que nada en el mundo nos separaría, y me dolió chocarme de gente y sin defensas contra la realidad cuando la perdí. Amaya Bezos me dejo, y eso destruyo más que mi confianza... acabo con mi fe en el amor. Por ese tiempo a golpes aprendí que no hay hombres cornudos, sino hombres perdidamente enamorados… porque aun viéndola en el altar junto a otro hombre quería hacer arder al mund
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