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Todos los capítulos de Cruzando Destinos : Capítulo 11 - Capítulo 20
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10. Despertando abrazados.
Cuando Elisa despertó aún seguía acostada entre el respaldo del sofá y la espalda de Emanuel., sus pies estaban enredados y ella lo había abrazado inconscientemente durante la noche, rodeando la espalda y con la palma puesta sobre el pecho. Intentó quitar la mano, pero el hombre la tenía sujeta por la muñeca.Levantó la cabeza y miró a la cocina, eran más de las nueve de la mañana.—Creo que alguien se va a enojar mucho —susurró —Emanuel —le dijo cerca del oído —despierta es tarde — el hombre movió el hombro y se apretó más contra el cuerpo de Elisa —Emanuel —le dijo ahora con más firmeza y él despertó de un sobre salto, levantó la cabeza, como si estuviera desubicado y luego, cuando la vio tras él, saltó hacia afuera y cayó de bruces al suelo golpeá
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11. El por qué de la farsa.
Elisa se tardó todo lo que pudo en el supermercado, compró panela y bastante arroz, y al final se quedó sentada un buen rato frente a un parque viendo como un perro corría tras una pelota.No quería llegar el departamento y encontrarse con la sorpresa de que el papá de Emanuel siguiera allí, la había hecho sentir tan terriblemente incómoda.—Qué hombre más desagradable —se dijo para sí misma.Cuando abrió la puerta del departamento todo estaba en silencio, un silencio sepulcral que le erizó la piel. Dejó las bolsas sobre el mesón de la cocina y caminó hasta el segundo piso. Se detuvo a medio camino para intentar escuchar algo, pero no oyó nada, así que terminó de subir y cuando llegó al cuarto abrió la puerta despacio.La tarde comenzaba a caer y todo el lugar andaba en una tiniebla brumosa y
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12. Rutinas y negocios.
Los hermanos Alcántara se habían retirado cerca de las cuatro de la tarde con la promesa de volver el siguiente domingo. Emanuel se había encerrado en el cuarto del gimnasio y llevaba varias horas allí.—¿Cómo es que no se cansa? —se preguntó Elisa en voz alta. Estaba sentada en el sillón de la habitación terminando los diseños.Había decido utilizar la misma tipografía que tenían los productos hacia años, dispuestos de la misma forma, pero con los colores que Emanuel había escogido, que estaban en la paleta de los fríos y el resultado le gustó bastante. Cuando Emanuel entró por la puerta estaba sudado y agitado, no traía puesta la camisa y los músculos del torso estaban hinchados y rojos.Elisa regresó la vista al iPad y fingió pulir algo, pero la vista se le hacía terriblemente tentadora, a
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13. Negocios y dudas.
Elisa no había logrado conciliar el sueño por más cómoda que estuviera la cama de Emanuel. En el día no había hecho mucho, y su poco cansancio no ayudaba a que el sueño la venciera, así que a la mitad de noche se quitó las cobijas y tomó el iPad que tenía sobre el nochero y comenzó a dibujar.Siempre se había decidido por el dibujar el cuerpo humano, hacer siluetas semi realistas y jugar con luces y sombras, pero esa noche comenzó a dibujar casi inconscientemente hasta que, un par de hora después, el torso musculoso de un hombre estaba perfectamente marcado en la pantalla, con cada pequeño vello del pecho dibujado con el más mínimo detalle.—Si no tiene cara no sabrá quién es — se dijo para sí misma, esperaba que Emanuel no conociera tan bien su propio cuerpo como para reconocerlo sin cabeza.Trató
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14. Un juego en la cama.
Cuando los días comenzaron a pasar Elisa no sabía como sentirse; Emanuel se comportaba de una manera extraña y peculiar, solía llegar cansado y con mal genio, pero con una pequeña bolsita con algo dentro que dejaba al alcance de Elisa, un bollo de crema, fresas con chocolate, yogurt y diferentes clases de postres. Cuando Elisa se acercaba a agradecer él se limitaba a fruncir el entrecejo como única respuesta. Cada día Elisa lo notaba más y más estresado, a veces golpeaba el teclado del computador con todos los dejos a la vez o simplemente se quedaba mirando un punto fijo en la pantalla. Elisa había dejado de lado el intento de hablarle, ya que se enojaba si lo distraía, así que solo se limitaba a sentarse frente a él mientras comía lo que sea que le trajera. No hablaba, pero era compañía, ya estaba comenzando a hartarse de estar sola todo el día, y aunque tuviera que aguantar los silenciosos ataques de estrés de Emanuel, eso era algo. Visitaba a su madre cada
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15. Más heridas y misterios.
Elisa no lograba comprender del todo la situación; Paloma se veía como una chica fuerte, segura de sí misma y aventurera, siempre la recordaba eufórica y extrovertida, pero no se atrevió a decir nada al respecto, la depresión podía estar siempre ahí, en lo profundo y bien camuflada.Emanuel había insistido en que se quedara, pero Elisa lo vio tan alterado y asustado que ni siquiera le pidió permiso, solo  se vistió y salió corriendo tras él.En la vía, aceleró todo lo que su auto le permitió, era entrada ya la noche y las calles estaban prácticamente vacías.—Tranquilizate —le dijo Elisa cuando casi se lleva a un vagabundo por delante —ella está a salvo en el hospital ve despacio —como respuesta Emanuel golpeó el volante con rabia un par de veces.—Maldito, es un maldito, sé q
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17. Una pared irrompible
Noel despertó y lo primero que sintió fue la cálida presencia del cuerpo que lo abrazaba desde atrás, tenía los ojos pegados del sueño y le costaba abrirlos, así que se acurrucó nuevamente y se dejó abrazar, pero un par de minutos después, cuando estaba conciliando de nuevo el sueño, el celular comenzó a rugir a su lado; Intentó ignorarlo, pero quien lo abrazaba levantó la cabeza por sobre su hombro y miró la pantalla, los largos cabellos sueltos cayeron sobre el torso desnudo de Noel y sintió un escalofrío cuando la enorme mano de Alexei lo tomó del abdomen para atraerlo más hacia él.—Es mi hermano —le dijo en rubio al oído y se apretó más a su cuerpo, enredando las piernas con las suyas.—Que se joda —le dijo Noel tratando de dormir nuevamente, pero el celular comenzó a sonar o
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18. Él me lo quitó todo.
Emanuel la levantó temprano en la mañana agarrándola de un pie y sacándole medio cuerpo de la cama. Elisa se quitó la cobija de encima sin entender muy bien qué pasaba y se lo quedó mirando mientras él trataba de anudar su corbata.—Dijiste que querías ayudar, ¿no? —Elisa asintió no muy convencida y se puso de pie.El sol apenas comenzaba a despuntar tras las montañas cuando entró el el asiento del copiloto y se ajustó el cinturón de seguridad. Había escogido uno de los trajes elegante que le había dado Emanuel, pero el hombre le dijo que no era muy conveniente, ya que sería muy ajetreado el día, así que se decidió por algo más cómodo.Cuando llegaron a la empresa solo el vigilante merodeaba por las instalaciones, y saludó a Emanuel con un cortes estrechón de manos. En el ascens
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19. Todo de cabeza.
Noel había llegado unos cuantos minutos después, traía ropa de calle y la expresión caída, y cuando vio a Elisa sentada esperándolo blanqueó los ojos. Cuando llegó hasta ella se cruzó de brazos. —¿Qué debo hacer contigo ahora? — le preguntó y ella se encogió de hombros. —Ayudaré en lo que pueda. —¿Por qué? ¿no estabas a gusto en la mansión de Emanuel? —Elisa rio. —¿Allá donde solo hay dos platos, una cama, un mueble y un televisor que no enciende? —él asintió en silencio y le señaló la puerta. —Entonces, vamos. La mañana había comenzado agitada. Su primera parada era para contratar al director de fotografía, que resultó ser un influencer casi adolescente que era muy bueno con su iPhone. Noel era el encargado de sacar adelante y con éxito el comercial que anunciaría su nuevo producto: Un cereal integral con alto contenido vitamínico y seguramente también mucha azúcar. Elisa, aunque él no quería admitirlo, le estaba siend
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20. Luchar o morir.
Elisa se sintió mareada, trató de desabrochar su cinturón de seguridad, pero las manos le temblaban y estaban resbalosas por la sangre que le comenzaba a cubrir todo el cuerpo.—¡Emanuel! —gritó, el hombre estaba junto a ella con las manos colgando, aparentemente estaba inconsciente.Elisa respiró profundo y trató de ser consciente de su propio cuerpo, ¿qué le dolía? Principalmente la cabeza, pero cuando tocó con la mano comprobó que no había más que un chicón; le ardía el brazo también, así que lo miró, tenía una cortada profunda bajo el codo que sangraba demasiado.Comenzó a tocar el cuerpo de Emanuel en busca de alguna herida grave, su pulso estaba débil. No pudo verificar bien, la puerta del conductor estaba doblada hacia él y el estar ambos inmovilizados por el cinturón le imped&ia
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