14. Un juego en la cama.
Cuando los días comenzaron a pasar Elisa no sabía como sentirse; Emanuel se comportaba de una manera extraña y peculiar, solía llegar cansado y con mal genio, pero con una pequeña bolsita con algo dentro que dejaba al alcance de Elisa, un bollo de crema, fresas con chocolate, yogurt y diferentes clases de postres. Cuando Elisa se acercaba a agradecer él se limitaba a fruncir el entrecejo como única respuesta. Cada día Elisa lo notaba más y más estresado, a veces golpeaba el teclado del computador con todos los dejos a la vez o simplemente se quedaba mirando un punto fijo en la pantalla. Elisa había dejado de lado el intento de hablarle, ya que se enojaba si lo distraía, así que solo se limitaba a sentarse frente a él mientras comía lo que sea que le trajera. No hablaba, pero era compañía, ya estaba comenzando a hartarse de estar sola todo el día, y aunque tuviera que aguantar los silenciosos ataques de estrés de Emanuel, eso era algo. Visitaba a su madre cada
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