Justo tenia que ser un día lluvioso, de todas formas, fui para donde el siguiente concejal: Alberto. Estábamos en su casa que más que casa, era una cabaña. Estábamos mojados y después de despedirme de Gabriel, entré. Alberto estaba con un amigo, llamado Francisco.Regresé a donde se encontraban ellos y puse mi ropa que estilaba frente al fuego. Estuvimos conversando un montón de intrascendias. El aguacero no aminoraba sino que parecía tomar más fuerza. Nos reímos mucho imaginando como se encontrarían nuestros compañeros, en el campamento, metidos en las estrechas carpas, empapados y con frío, mientras nosotros nos encontrábamos, a todo dar frente a un exquisito fuego.Incluso Francisco que había estado registrando la cocina, regreso con aire triunfal, traía dos cajas de vino entre sus manos. Era justo el toque que faltaba. Comenzamos a servirnos el vino y continuamos con nuestra conversación.Alberto para no quedarse atrás, trajo unas frazadas y las tendió sobre el piso, entonces nos
Leer más