—Gracias Johana, siempre he admirado tu temple y carácter, agradezco que estés con mi hijo —María se dirigió a Robert—. No fue así, yo conocí a José antes que a Rubén, éramos muy jóvenes, nos enamoramos, pero mi familia no me permitiría casarme con él. Años después Rubén lo contrató, en cuanto nos vimos ya él era capataz y no nos dirigimos la palabra por años, yo le tenía pánico a Rubén, bien sabía lo fuerte que eran sus golpes —María calló y Robert la miró apretando puños y dientes. —¿Mi papá te pegaba? —Sí, lo hizo muchas veces, pero por lo general me ignoraba, yo me concentraba en ti, pero luego también te alejó de mí, comenzó a prepararte para ser un hacendado, yo me mantenía cerca, trataba de inculcar bondad en ti, me aterraba que él te hiciera como él.María explotó en llanto y no podía seguir, entonces José se acercó. —Yo tenía cuatro años trabajando aquí —dijo José—, estaba convencido que María no me hablaba porque era feliz con su esposo, hasta que un día le vi un ojo
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