— ¡Ohh! — siseo — Eres la mejor Mérida, ¡dios! tienes un gran don con las manos.Bajo mi mirada para así ver a Mérida dándome un grandioso masaje en los piés, ella me sonríe amablemente, gesto que le devuelvo agradecido de que haya aceptado darme este masaje que tanto he necesitado. Y es que durante estos dos días he entrenado junto a ella durante las mañanas y en las tardes voy junto a Louis y Derek a dar una ronda por los límites de nuestro territorio, y eso es bastante cansado.— No lo digas de esa manera Ashton — frunzo el ceño al escucharle — Haces que parezca que estoy haciendo otra cosa.— Lo siento amor no fué mí intención — le respondo volviendo a recostar mí cabeza.“No creo qué nuestras lectoras sean mal pensadas. Cof-cof”.Ya sintiéndome mejor y relajado, en un rápido movimiento me siento en la cama a la vez qué entiendo mis manos para tomarla de sus hombros y jalarla hacía mí, quedando ella encima de mí. Sus piernas alrededor de mí cinturas y sus rodillas a cada lad
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