Isabella no estaba segura de cuánto tiempo llevaban en aquel lugar, nadie había entrado desde que las dejaron. Sin la compañía de Mia probablemente habría comenzado a volverse loca y a pensar en los peores escenarios. Ella le había propuesto que actúen como si estuvieran en una especie de pijamada; una idea algo difícil de poner en práctica dadas las circunstancias, pero que extrañamente estaba funcionando.Habían aprovechado para hablar sobre películas, músicas, artistas y muchas otras cosas sin relevancia. Si alguien las habría visto tomárselo con tanta calma, habría pensado que estaban locas. No habían llorado, ni tampoco suplicado. Solo estaban allí, esperando que vinieran por ellas.—¿Escuchas algo? —preguntó Mia de pronto, dejando de hablar sobre su lista de libros favoritos.Hizo silencio y se esforzó tratando de escuchar algo.—No, nada.—Exacto. Hasta hace rato había movimiento y algunas voces, algo bajas como para entender lo que decían,
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