CAMERONLa había encontrado, ella estaba aquí.Su aroma, su olor, era más glorioso de lo que lo había imaginado, y ella era mucho más hermosa de lo que habría podido imaginar. Cabello oscuro como la noche, ojos dulces pero fieros y brillantes, con un color ambas que me derretía con solo verlos unos segundos, y su piel, su tez ligeramente bronceada que me pedía a gritos tocarla me estaba haciendo perder la cabeza.—Si que te pego fuerte, Camcito— se burló Amelie mientras se llevaba unas palomitas a la boca.A todos les había causado una gran impresión enterrarse que había encontrado a mi compañera, pero Amelie y Rainer eran los que más disfrutaban esta situación. Como dice el tan conocido dicho: “Ojo por ojo, Diente por dientes”, o como dice mi madre: “Como pecas, pagas”. Desde que mis mejore
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