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Todos los capítulos de AMOR REBELDE: Capítulo 11 - Capítulo 20
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CAPÍTULO 10. Una solución inmediata
CAPÍTULO 10. Kali jamás había estado tan nerviosa en su vida. Había redactado el ensayo que le habían pedido, y esperado una hora afuera de la oficina del decano de la facultad de derecho mientras este lo leía, y en el momento en que atravesó la puerta pensó que aquello sería un baño de sangre. Sin embargo, el hombre se limitó a hacerle una sola pregunta: ¿Por qué?—¿Por qué quieres licenciarte en Derechos Humanos? —había preguntado el decano.Kali no esperaba esa pregunta, pero definitivamente tenía mucho que decir. Dos horas después, salió de allí, sonriendo porque el decano le había ofrecido la conversación más amena y honesta que jamás había tenido con un hombre. Y pasara lo que pasara, tanto si la aceptaban como si no, Kali sabía que un día termi
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CAPÍTULO 11. Unos ojos más que suficientes
 A Kali le temblaron los labios debajo de la pashmina. Los dos estaban perfectamente vestidos, pero aun así podía sentir el calor emanar por entre la ropa. Sentía las caderas de Elliot chocando con las suyas, la dureza de su torso, la rapidez de su respiración y el fuego oscuro que había en sus ojos y tuvo la sensación más extraña que jamás había experimentado.Aquel hombre tenía la fuerza para someterla y aun así, aunque su voz fuera amenazadora y sus ojos feroces, Kali supo que no le tocaría ni un solo pelo si ella no lo permitía. Quizás aquellos colmillos estaban hechos para morder, pero no a ella y no a menos que se lo pidiera.—Ya te arrepentiste la primera vez —susurró más suavemente de lo que esperaba—. ¿De verdad quieres acabar de echarte el lazo al cuello?Elliot frunció el ceño y gru&
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CAPÍTULO 12. Un hombre tras la cortina
 Kali miró a Valeria de nuevo. Indecisa era una palabra ligera para describir cómo se sentía. Ciertamente no estaba acostumbrada a mostrarse—Pero… me quieres para fotografiar los trajes o… —intentó preguntar, pero Matthew negó.—Te quiero para todo, los trajes son solo parte de eso —le explicó él—. La verdad es que pocas veces uno tiene la oportunidad de descubrir a una modelo que no haya sido fotografiada antes, así que me atrevo a decir que hablo por la jefa y por mí cuando digo que serías una de las modelos más valiosas de este estudio.El fotógrafo miró a Valeria y ella asintió.—De verdad me gustaría que lo hicieras —dijo Valeria— Sé que no estás precisamente acostumbrada a mostrarte, pero estás dando muchos pasos adelante en tu vida, y este puede ser
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CAPÍTULO 13. Una estrategia perfecta
 —¿Es una broma? ¿Esto es una m@ldita broma, Valeria? —siseó Elliot dirigiéndose hacia su oficina en aquel estudio.Sassy Girl le pertenecía completamente a Valeria, pero él dirigía al equipo legal de la empresa, así que se había asegurado de tener su propia oficina allí aunque no la usara muy a menudo. Empujó la puerta y dio dos vueltas adentro como un león enjaulado.—¿Cada vez que sale de la casa viene aquí? ¿A…? ¿A encontrarse con él…? —señaló a la puerta, apretando los labios, y Valeria la cerró tras ella sin inmutarse.—No, venía aquí a ayudarme con una línea de gala que quiero lanzar en otoño, que conociera a Matt solo fue una casualidad —le explicó Valeria—. Él la vio cuando estábamos arreglando una s
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CAPÍTULO 14. Un par de antagonistas
CAPÍTULO 14. Estaba feliz. Era extraño verla así, y a Elliot se le hizo un nudo en el estómago solo de pensar en la forma tan suave en que se reía para el sacafotos calenturiento. Estaba enojado, eso era. Muy enojado porque… bueno, ¡porque le daba la gana!Se sentó al lado de Valeria sin hacer ruido y sus ojos no se apartaron ni por un segundo de las dos personas que tenía enfrente. No podía escuchar lo que hablaba, solo la música, pero era evidente que se lo estaban pasando bien. Matthew Casey la miraba de una forma que le hacía cosquillear a Elliot los nudillos, pero Valeria le dio un golpe suave con el dorso de los dedos sobre el pecho para llamar su atención.—¿Viste como la mira? —murmuró Valeria—. Pareciera que se la quiere comer. Mejor nos vamos antes de que se empiece a probar la lencería.—Ella no se
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CAPÍTULO 15. Una carta perdida
    —¡Dónde está? ¿¡Dónde está!? ¡Demonios! —Kali se llevó las manos a la frente, intentando controlar las lágrimas que se le acumulaban en los ojos. De repente sentía que no era capaz de respirar. ¿Dónde estaba esa carta? ¡Sin ella no podía presentarse para la inscripción! Giró el bolso sobre la cama, sacudiéndolo con fuerza y dejando caer todo sobre ella. Rebuscó una, dos, diez veces en cada bolsillo, dentro de su pequeña cartera de maquillaje, en cada carpeta de documentos que llevaba. Le dio vueltas a la pequeña impresora de su habitación, incluso miró debajo de la cama o en las gavetas por si la hubiera guardado sin darse cuenta. Dios sabía que en los últimos días andaba sin cabeza, pero de ahí a perder una cosa tan importante para ella… Tenía que habérsele caído en otro lado. Salió al salón y encendió la luz. Ya pasaban de las once de la noche y Elliot se había ido a dormir, pero a Kali no le importó hacer ruido moviend
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CAPÍTULO 16. Un hombre diferente
 Decir que estaba cayendo un diluvio posiblemente había sido minimizar el hecho. La lluvia era tan fuerte que Elliot iba a cuarenta kilómetros por hora, inclinado hacia adelante en un intento inconsciente por ver mejor mientras los limpiaparabrisas se movían furiosamente sobre el cristal. Un trayecto que antes le habría llevado solo treinta minutos, tuvo que hacerlo en casi una hora y media, y era ya de madrugada cuando entró por la puerta del edificio ante la mirada sorprendida del equipo de seguridad.—¿¡Señor Davies!? ¿Está todo bien, señor? —Se acercó uno de los guardias, que ya llevaba años en aquel puesto y conocía muy bien a Elliot.—Sí, Milton, todo está bien —respondió Elliot alargando la mano y estrechándosela—. Solo olvidé algo importante en el estudio y lo necesito para mañana m
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CAPÍTULO 17. Una esposa responsable
CAPÍTULO 17. Kali sintió el corazón subirle a la garganta y sus manos perder toda la fuerza en un solo segundo. Pasó un brazo detrás del cuello de Elliot mientras le daba palmadas en la cara que pronto dejaron de ser suaves.—¡Elliot! Respóndeme… —le gritó desesperada—. ¡Elliot! Por favor, abre los ojos… ¡Elliot!Pero él no dio ni la menor señal de reaccionar. Kali puso su cabeza sobre el suelo con toda la delicadeza que los nervios le permitían, y apoyó un oído sobre su pecho. Su corazón bombeaba, pero no parecía que estuviera respirando bien.Corrió hacia su bolso y alcanzó su teléfono con dedos temblorosos, marcando el único número que sabía que le respondería al instante.—Hola, linda —dijo Valeria con descuido al otro lado,
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CAPÍTULO 18. Un hombre sonriente
CAPÍTULO 18. Elliot dejó de respirar cuando la vio abrir aquellos ojos que parecían plata derretida y sintió el aliento de Kali alcanzar su dedo.—¿Qué crees que estás haciendo, Elliot? —preguntó ella con acento controlado y el retiró el dedo como si estuviera frente a un perro de presa.—¿Suicidándome? —respondió él.Bueno, al menos le había visto un pedacito de la mejilla derecha. Algo era algo.—Ya me parecía —siseó Kali y se incorporó lentamente, sin dejar de mirarlo a los ojos mientras se ajustaba el cuello del abrigo—. ¿Te sientes mejor?Elliot suspiró, intentando ser consciente de su estado y asintió.—Me duelen hasta las malas intenciones. ¿En qué hospital estamos?—En el Lakeshore Med —respondi&
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CAPÍTULO 19. Un desafío... aceptado
 Sabía perfectamente la reacción que iba a producir en ella: pupilas dilatadas, gesto tenso, y ese rubor que le encendía la parte superior de las mejillas.—¿¡Es una put@ broma, Elliot!? —gruñó ella con los ojos echando chispas, pero él solo le sonrió, juntando las cejas con expresión inocente.—Tú dijiste que estabas dispuesta a ayudarme, después de todo… esto me pasó por salir de noche, en medio de una tormenta, para que tú puedas ir a tu adorada universidad.Kali abrió los ojos como si le hubieran echado un balde de agua fría.—¡Qué bajo eres, Davies! —siseó—. ¿Crees que necesito que me lo recuerdes? Ya sé que estoy en deuda contigo, pero decirlo así es denigrante hasta para un bicho rastrero como tú…Elliot se dio cuenta de qu
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