Sin felicidad.
La vivaz, alegre y brillante Park Sa Hi no estaba, no había lugar a duda, su hija le estaba escondiendo algo muy grande, pero eso solo volvía la situación más extraña porque el padre de Sa Hi no le hania dicho nada, era imposible que yendo todos los días a la corte y siendo un noble de alto rango a estas alturas no supiera nada. Se veia tácita, melancólica y algo oscura y cansada, su hija no era así en lo absoluto, sabía el cielo que podría estar pasando, que la tenía tan cargada; si tan solo pudiera ser una verdadera madre, protegerla y aconsejarla como se debe, quizá no estuviera tan delgada y apagada. "Madre, me deshare de esto, ya vuelvo", dijo señalando la mesita que contenia los platos de comida ya casa vacíos. "¿Cuantas veces debo decirte que no es tu trabajo hacer lo que le corresponde hacer a la servidumbre?, jovencita más terca eres" "A estas alturas debio de acostumbrarse, que sea
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