El público se volvió loco cuando ella, ensangrentada, más parecida a una de esas esculturas sin piel para estudios de anatomía, cuando se rió, le dio un bloqueo de pierna y se montó a horcajadas sobre él. Entre aplausos y silbidos, la mujer empujó a Tenner dentro de ella, se acomodó y esperó un rato. Hizo un guiño a la audiencia, levantó las manos y dio la primera bofetada, débilmente.—Más fuerte —ordenó Clint.Ella le puso la hebilla en la boca y le dijo que se callara. Dio otra patada, un poco más fuerte. Luego otro. Y otra. Y otras. Fuerte, doloroso, sentido, salido de una voluntad oculta, traída desde hace mucho tiempo.Contra sus propias expectativas, todavía estaba emocionado. Con cada ataque, tenía espasmos de placer y aumentaba el ritmo del sexo. Sintió las heridas en el cuerpo de esa mujer para comparti
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