Zaya salió finalmente del agua, ella sonrió y supe que había vuelto a ser la misma. Iris le dijo del desayuno y después de cambiarse de ropa, se sentó a acompañarnos._ ¿Te gusta el sitio? _ preguntó Iris _ esté chalet lo di a hacer, al igual que la presa en la que acabas de nadar._ Ya veo, el sitio es hermoso, se puede estar en sana paz.Nosotros desayunamos tranquilamente, Zaya le ayudó a Iris y yo me quedé en la terraza, el viento me acariciaba el rostro sutilmente, respirar aire puro me fascinaba y justo por eso decidí seguir viviendo aquí, a pesar de poder pagar un buen apartamento en una zona residencial.ZayaDesde la cocina podía ver al señor Montalvo, era un hombre muy guapo, la piel blanca sumamente cuidada, su mandíbula era fuerte pero a la misma vez delicada, una barba semi-poblada, esos ojos claros cautivaba a cualquiera, su cabello castaño claro ligeramente largo lograban darle ese aire de hombre de negocios y las manos grandes con las cu
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