“Shayla. ¿Quieres venir aquí, por favor?”, le pregunto por enésima vez y veo como ella sacude obstinadamente la cabeza, con los brazos cruzados sobre el pecho. “No hay nada que temer, te lo prometo”, asegurándole, pero ella sigue sacudiendo la cabeza y mirando con desconfianza a Casper, mi caballo blanco.“No. No puedo, tengo miedo”, ella murmura, encogiéndose de hombros.“Cariño, es solo para una sesión de fotos. Estaré justo al lado tuyo”, le aseguro, caminando hacia ella. Ella levanta su mirada para encontrarse con la mía y frunce el ceño. “La gente está mirando, vamos”, agrego en voz baja, y ella responde con los ojos en blanco.“Después de todo, ¿por qué tenemos que hacer esta sesión de fotos?”, ella resopla, pasándose los dedos por el cabello perfectamente peinado.“Porque la gente es curiosa y quieren saber con quién me casé. Si no mostramos algo, seguirán indagando y persiguiéndonos. ¿Es eso lo que quieres? ¿Ser acosada por paparazzi todo el maldito tiempo?”. Shayla me mira
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