Todos los capítulos de Un Café para el Duque. (Saga familia Duque. Libro 1) : Capítulo 11 - Capítulo 20
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Capítulo 10: Un beso robado.
"… Ya ves, mi edad es tan difícil de llevar. Mezcla de pasión e ingenuidad, difícil controlar"... Alejandro Sanz. **** María Paz presionó sus labios, enrojeció al notar la mirada inquisidora de Joaquín sobre ellos, entonces apenas Matt se alejó ella volvió hacía el joven Duque.    —¿Puedo pasar? —averiguó María Paz. Un ataque de tos le sobrevino al él, entonces ella aprovechó para ingresar al apartamento. La jovencita contempló Manhattan desde los amplios ventanales de aquel lujoso lugar, y enseguida colocó las bolsas que traía sobre el desayunador de la isla de la cocina que tenía una preciosa vista a una terraza. —¿Cómo te sientes? —averiguó ella mirándolo a los ojos.    —Como todo el que tiene gripe —respondió cerrando la puerta del apartamento, enseguida volvió al sillón y se cubrió con la manta.    María Paz se acercó a él, y tocó su
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Capítulo 11: Premoniciones.
“He tratado de no pensar en ti. Como si nunca hubieras pasado por mi vida. Siguiendo los consejos de mis amigos. Mujeres, tragos y otras cosas más…”  Guillermo Dávila.   ****   «Sing me to sleep by Alan Walker» sonaba en las bocinas de aquel lugar. El olor a cigarrillo se inundó en las fosas nasales de Joaquín, el joven caminó sonriente hasta encontrarse con sus amigos en aquel bar. Enseguida una hermosa chica de cabello negro se acercó a él.   —Pensé que no vendrías —susurró al oído del joven.   Él sonrió y barrió con la mirada a la muchacha.   —Nunca falto a una reunión —contestó ladeando una sonrisa. —¿Bailamos?   La chica aceptó y de inmediato se encaminaron a la pista. Aquella mujer se contoneaba con sensualidad provocando al joven, entonces en un par de
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Capítulo 12: El primer beso.
  “…Un beso. La culpa fue del primer beso…” Dyango. ***   María Paz hizo lo mismo con un caballero, mientras le sonreía y cruzaba miradas con su Duque, luego que la pieza terminó, ella se acercó a él.   —Necesito que me ayudes a animar a estas personas, yo los visito todos los domingos, algunos son olvidados de su familia, les traigo alegría.   Joaquín la observó con admiración. A lo largo de su vida había conocido a muchas mujeres, y cuando tuvo la edad de María Paz varias de sus amigas ya andaban en discotecas, bares, salían con chicos, pero la jovencita Vidal era distinta, prefería pasar con un grupo de ancianos que, con gente de su edad, y lo hacía por llevar alegría a esas almas olvidadas de sus familiares.   —Pero esto está muy aburrido —comentó él—, voy a cambiar de música. ¿No hay licor? <
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Capítulo 13: Así era ella.
“... No sabía que con su partida. Se iba a ir detrás toda mi vida…” Cristian Castro. **** Diana y Rodrigo miraban la televisión en la sala de descanso de su mansión, su hijo Santiago se hallaba en su alcoba, cuando los sollozos de María Paz alertaron al joven, él enseguida ingresó a la habitación de su hermana, y la miró en el piso, con las manos en el rostro llorando sin parar.   —Paz, ¿qué sucede? ¿Qué tienes? —cuestionó el joven inclinándose ante ella.   Los padres de ambos chicos al escucharlos enseguida se dirigieron a la habitación de María Paz. Rodrigo se acercó de inmediato a abrazar a su hija. Diana arrugó el ceño sin saber qué le pasaba.   —Cariño ¿por qué lloras? —investigó su mamá acercándose para tomar la mano de la jovencita.   —Agatha...—Gimoteó—... falleció —comentó ahogada en llanto.   La señora Vidal presionó sus labios,
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Capítulo 14: Talvez no sirva de nada.
  “Lo siento si alguna vez te he herido. Y no supe darme cuenta a tiempo…” Franco de Vita.   ****   Al día siguiente:   María Paz junto a su familia escuchaban con tristeza el sermón que el sacerdote disertaba en la ceremonia de despedida de Agatha, después de finalizar la misa llevaron las cenizas de la dama a la sepultura.   La jovencita sollozaba abrazada a su madre, observando como colocaban en la urna el cofre con los restos de su amiga.   —Buenos días —escuchó en ese particular acento, entonces su corazón vibró y giró para mirarlo con los ojos humedecidos.   —Hola, Joaquín —habló Santiago, y se acercó a su amigo.   —Los acompaño en su dolor —expresó intentando sobrellevar todo aquello que a él lo atormentaba.   —Gracias por venir.   —No tienes nada de
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Capítulo 15: Confesiones y travesuras.
“…Y es imposible callar... que desde entonces es difícil la vida sin ti, amor...” Grupo Sagitario.   **** El labio inferior de María Paz tembló, su mente era un caos en ese instante, sabía que no debía dar su brazo a torcer porque si cedía él haría con ella lo que le diera la gana, y no podía permitir eso.    Exhaló un bufido y cruzó sus brazos. La determinación de la jovencita dejó a Joaquín con la boca abierta, el joven deglutió saliva con dificultad, inclinó su mirada.    —Te voy a dar la oportunidad de explicar lo qué paso —expuso María Paz—, pero eso no va a cambiar mi decisión —expresó con firmeza.    Joaquín meció sus rizos castaños con las manos, de nuevo los demonios que lo atormentaban aparecieron, quiso articular una palabra, pero no pudo, porque las ráfagas de recuerdos nublaron su mente.
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Capítulo 16: Seré el hombre que vos mereces.
“Me estoy enamorando. Me estoy ilusionando con tu amor. Y siento que la penaQue me afligía el alma. Ya no duele más…”  Alejandro Fernández. **** María Paz seguía observando el horizonte, sentada en el muelle, sus ojos estaban rojos e hinchados, había llorado: por la muerte de Agatha, por el abandono de Joaquín, sumida en sus recuerdos no se percató de la presencia de dos jóvenes que empezaron a incomodarla. La joven se puso de pie, ambos muchachos la rodearon.   —¿Por qué tan sola, mamacita? —Preguntó uno de ellos con aliento a alcohol.    María Paz retrocedió, trató de correr, pero uno de los chicos la tomó del cabello y le tiró con fuerza hacia atrás. La jovencita presionó sus ojos por el dolor que le causó el tirón de aquel sujeto.    —¡No se metan conmigo! —advirtió la muchacha observando con atención.   —¡Qué
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Capítulo 17: La revancha.
“… Déjame, gritar lo que siento. Te lo juro no miento…” Ricardo Arjona. **** Una vez que subieron al auto: «Mágico by Sagitario» empezó a sonar al momento que Joaquín dio marcha al vehículo.   «Yo te quiero, así como tú me estás queriendo... y no hay tiempo, ni distancia que a nosotros nos pueda separar... Dios del cielo, bendice este amor que es puro y bello... yo te ruego, que en nuestro camino no se interponga la maldad...»   Entonaba él, era como si un aviso o si alguien quisiera tratar de decirle que María Paz era la persona por la que él había esperado toda su vida. Joaquín de reojo observaba a la chica quien veía a través de la ventana el paisaje de la noche. Ella también escuchaba atenta la letra de la canción, el sonido de aquellos acordeones le llegaba al alma.   María Paz giró su rostro hacía él, las lágrimas corrieron por sus mejillas, ella sabía que
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Capítulo 18: Una razón para ver la luz del día.
“… Llegas a mi vida como un sol, como la suave transparencia del amor, como el aroma de la brisa en la mañana, borrando para siempre mi dolor…” Cristian Castro. *** Manizales- Colombia.  Consorcio colombiano del café: Alma Mía.    Desde muy temprano las asistentes colocaban los informes en las carpetas que se les iba a entregar a los accionistas de la empresa. Aquel día se llevaba a cabo una junta directiva para dar lectura a los balances semestrales.    Carlos Duque sostenía entre sus manos una taza de café, mientras el humo de la bebida se colaba en sus fosas nasales, él miraba la ciudad, una leve sonrisa se dibujó en sus labios al recordar las palabras de la mujer que le robaba sus pensamientos.    «Mi señor, estoy segura de que esa reunión será t
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Capítulo 19: Marcando territorio.
“… Nacer de nuevo en ti, en tu mirar, llenando con tu luz, las sombras de mi soledad…” Cristian Castro.  ****Aquella noche Joaquín se hallaba en la mansión Vidal concluyendo un proyecto con su amigo Santiago. El joven Duque permanecía sentado en una silla del comedor en posición directa a las escaleras, entonces su mirada se clavó en la persona que bajaba. Su corazón se aceleró con fuerza descomunal.   María Paz apareció enfundada en un hermoso vestido de seda en color palo de rosa ajustado a su figura, que le llegaba más arriba de las rodillas, dejando al descubierto sus espectaculares piernas, calzaba unas sandalias de taco alto en tono dorado, su cabello suelto castaño caía en ondas como cascada sobre su espalda, cada vez que Joaquín la veía ella s
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