Enrique Y así de pronto, como si fuera magia, tenía frente a mí todo lo que había deseado en la vida. A Izel de regreso, sana y salva y ahora, un niño, que me atrevo a decir tiene lo mejor de ella y de mí. Toño es mi hijo, mío y de nadie más. Es lo mas bello que hemos hecho ella y yo, lo más puro y bonito y no pienso perderlo ni perderme años de su vida. Así, después del ligero encuentro, me despedí de los dos y de su madre, una señora tan bella y sincera que me dieron unas ganas tremendas de escaparme con ellos lejos de aquí. Sin embargo, no lo haré, ya no más, es momento de que todo se arregle, que pueda decidir por mi mismo y ser feliz; lo merezco. Tanto Izel como yo acordamos en mantener en secreto la existencia de Antonio para prevenir cualquier problema que pudiese haber, y cuando hablo de problemas, me refiero a mi madre. Porque a pesar de que ella está ahora en Euskadi, sabemos los alcances que puede tener su odio, su venganza y sobre todo su poder. No dejaré que toque a mi
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