Su tono era más frío, que la expresión en su rostro, a juzgar por la expresión del rostro de Maximiliano Tanying pensó que sería más fácil que la Antártida se descongelará antes de que él la dejara ir. “Esto es inaudito», grito internamente Tanying. Aunque no tenía la oportunidad de salir al menos tenía que intentar recuperar su teléfono eso o nada, se dijo a sí misma. —A menos regrésame mi celular, no te comportes como si fueras mi padre viejo aburrido e insolente— dijo calmadamente cuando en esos momentos solo quería golpearlo hasta que le suplicara por piedad. Maximiliano sentía como la sangre le iba subiendo a la cabeza, mientras su rostro se enrojecía de la ira, apenas podían respirar calmadamente. Cerró su computador portátil par luego ponerse de pie y caminar hacia donde está Tanying. —¡Mierda! Ahora que se supone que haga, no debí desafiarlo, se reprochó Tanying cuando ya no tenía cómo moverse. Maximiliano la había arrinconado en una esquina sin dejarle posibilidad alguna
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