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Todos los capítulos de Alumna Modelo : Capítulo 11 - Capítulo 20
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Rendición
Las puertas del elevador se abren, dejándome impresionada con lo hermoso del lugar, la vez pasada  no detallé en lo más mínimo la decoración, pero ahora, me doy cuenta que es sobria pero moderna luce acogedora con un gusto impecable.— ¡Buenas noches González! — lo escucho a decir. Casi se me corta la respiración cuando lo veo, lleva jeans franela casual de mangas largas que parece asfixiar sus definidos bíceps y no trae lentes, realmente guapo.— ¡Buenas noches! — a duras penas puedo decir.— ¡Me alegra mucho ver que se esforzó por ser puntual! — dice con ironía, rompiendo el impacto de su entrada.— ¡Simplemente vine para ver qué es lo que quiere! Pero si va a empezar, me retiro— digo a la defensiva.— ¡Uy me encantan las mujeres ariscas! — Dice saboreando su labio inferior, ha
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Unidad I
Aturdida por la ola de placer que acabo de experimentar apenas si puedo responder a su cuestionamiento, me parece increíble que haya conseguido hacerme reventar si haberse quitado la ropa. Como estudiante de psicología había leído varias artículos sobre los beneficios de la masturbación femenina, pero como mujer criada en una casa donde el sexo era un tabú monumental y la frase “tocarse es malo” hacia vida permanente en la boca de mi madre, jamás me atreví a ir mas allá en el camino de la autocomplacencia.— Puedo ver que quedó bastante afectada González ¿Acaso fue su primer orgasmo? — inquiere curioso, con el cuerpo tembloroso apenas alcanzo a mover en afirmativo mi cabeza.— ¡Caramba! Entonces tenemos mucho más trabajo, del que creí— dice con un brillo particular en su mirada.— ¿A qué se refiere
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Unidad II
Apasionadamente me besa sin darme tiempo de recuperación, su lengua es tan diestra que rápidamente me hace volver al juego, correspondo a cada una de sus caricias desesperada por más. Es apasionado, pero al mismo tiempo tierno, delicado; se preocupa por hacerme disfrutar con cada caricia.Teniéndolo así es difícil creer que sea un prepotente de lo peor, que solo quiere tener sexo con una alumna virgen bajo el pretexto de instruirla en las artes eróticas,  pareciera más bien que se tratara de un hombre enamorado que se preocupa por que su pareja inexperta goce de mucho placer en su compañía.Con mis manos recorro su descubierta espalda bajando hasta sus moldeados glúteos, — ¡Oh! — exclamo cuando me doy cuenta que solo trae ropa interior, por lo que abro los ojos asombrada, pues no me percaté en qué momento se desprendió de su pantalón.H
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Inexplicables Sensaciones
Sigo acostumbrándome a su presencia en mi interior, la sensación es distinta a cualquier otra que haya experimentado antes, siento el calor que me invade y me hace vibrar, no entiendo como algo que en principio es doloroso pueda después ser tan placentero.Avergonzada cierro los ojos y ladeo mi rostro, no puedo resistir la intensidad de su mirada traspasándome, lentamente se deja caer sobre mi cuerpo y con una de sus manos me obliga a voltear el rostro.— ¡No! No tiene nada de qué avergonzarse, ¡Es hermosa! Míreme a los ojos mientras se lo hago— impresionada por aquel cumplido tan bello y romántico abro mis ojos para corresponderle. Es entonces cuando tengo el enorme privilegio de detallar los maravillosos gestos que hace al iniciar el vaivén.Lentamente comienza a embestirme y gruñe cada vez más fuerte — ¡Ohh! — se escapa de sus labios en cada penetra
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¿A dónde va?
Me siento extraña acurrucada en su regazo, estoy emocionada y asustada por estarlo al mismo tiempo, es confuso e inexplicable pero es lo que me pasa. Veo complacida el rostro de satisfacción que tiene y mil cosas pasan por mi mente, sobre todo, porque pensaba que me pediría marcharme después de terminar “nuestro asunto”. Sin embargo, aquí estoy, entre sus brazos luego de haber tenido una ardiente primera vez.No dejo de preguntarme, cuando el profesor de mis pesadillas se transformó en mi amante, parece un mal chiste, pero es mi realidad, la que estoy viviendo justo ahora, sintiendo su piel desnuda y sudorosa pegada a la mía y sus brazos fuertes sujetándome con firmeza para que no escape, lucho contra la parte de mí que está idealizando este momento como uno romántico pero me cuesta trabajo.— ¡Gonzales! — Exclama después de una larga exhalación &mda
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De regreso a Clases
Con el corazón agitado camino por los pasillos haciendo mi mayor esfuerzo por dejar de lado lo sucedido anoche y concentrarme netamente en mis estudios, pero la verdad me está costando demasiado trabajo, tengo esta extraña sensación de emoción naciente en el pecho que no me deja tranquila y me está afectando más de lo que me gustaría admitir.— ¡Jenny! — escucho que me llaman a mis espaldas. Volteo enseguida y me encuentro con Fanny que viene caminando apurada hasta donde estoy.— ¡Cariño! ¿Qué te pasa? ¿Por qué vienes así? — le pregunto extrañada. Me mira con ganas de liquidarme cuando por fin se detiene.— ¿Qué te pasa a ti mejor dicho? — dice molesta.— No entiendo a qué te refieres cariño lindo— le digo juguetona. Obviamente estoy clara a que se refiere, pero es
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El Poder de un Chocolate
Las chicas me miran intrigadas, mientras hago respiraciones profundas para controlar mis impulsos — ¡Vamos Jennifer! Lo que sientes es simplemente un reflejo de tus confusiones— apelo a la psicóloga dentro de mí, pero admito que no sirve de nada.— ¡Holaaa! ¡Tierra llamando a Jenny! — Truenan los dedos — ¿Niña que te pasa? — dice Fanny con fastidio.— ¡Ya, ya! No pasa nada, simplemente tuve una mañana complicada ¡Es todo! — digo en tono seco.— ¡Uyyy! Pero que mal humor, como que te hace falta un buen orgasmo para que se te quite— el comentario de Libia, lejos de causarme gracias solo tira más leña al fuego, ya que, inevitablemente termino recordando las palabras del idiota Leonel.— ¡Ay ya! ¡No empiecen! — exhalo con fuerza. En eso llega el chico del cafetín con mi pedido y me rega
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Remordimientos
Perpleja, me quedo como boba mirando la pantalla del celular, releyendo el bendito mensaje — ¡No lo puedo creer! — resoplo. Me cuesta creer que la composición de esa frase y mucho más que, haya tenido el descaro de escribirme en esos términos — ¡¿Qué demonios se cree?! — a medida que los segundos pasan me enervo sin control.  Lo único que da vueltas en mi cabeza es su imagen melosa con la profesora “Regalona” — ¡Uych! ¡Es una resbalosa! —  pienso mientras me desvisto de mala gana, no sin antes apagar el teléfono y olvidarme de su solicitud — ¡Que se pudra! No le voy a responder ¡Que se quede con ella! — arrojo con furia la camisa al cesto de ropa sucia y lo tumbo al suelo, incidente que solo desata mi mal genio. Cojo la almohada y me tapo la cara para ahogar mi grito de rabia, celos y frustración. Sí, esas son las emociones que me están consumiendo en este momento, no puedo contener la rabia que tengo conmigo misma por las tonterías que cometí anoche, deján
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¡Hable de una vez!
Prácticamente a empujones lo lleve fuera de la residencia — ¡¿Está loco?! ¿Cómo se le ocurre presentarse aquí? Como se nota que no le importa la clase de problemas en lo que pueda meterme — digo histérica de camino a su auto.— ¡No me dejó otra alternativa! Nadie la mandó a no responder a mi orden— dice descaradamente abrochándose el cinturón de seguridad.— ¿Cómo es la vaina? —  Replico con los ojos desorbitados — ¿Orden? Definitivamente  perdió la razón —  digo con sarcasmo, en eso enciende el carro y acelera de mala gana — ¡Espere! A donde se supone que vamos, usted quería hablar, podemos hacerlo aquí perfectamente— reclamo viendo como hace caso omiso de lo que digo y arranca casi dejándome sin cuello — ¡Animal! Maneja como un demen
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¿Qué quiere de mí?
Al escucharlo abro los ojos como platos, sorprendida de sus palabras — ¿Qué? — es lo único que sale de mi boca. Con lentitud se despega para mirarme a los ojos y repetir la frase que me ha dejado petrificada. Este hombre esa volviéndome loca, me siento como una completa boba, pero al mismo tiempo quiero decirle que sí, que lo perdono y besarlo hasta que se nos desgasten los labios. — ¡No entiendo, ¿Qué es lo que quiere de mí?! ¿Cree que es sencillo? ¿Acaso está jugando conmigo? ¡Claro! Tiene que ser eso, de lo contrario no tiene ningún sentido su comportamiento— replico alterada soltándome de su agarre y caminando de un lado a otro. En su afán por tranquilizarme me toma con fuerza de la muñeca derecha y de un tirón me acuesta en la cama, inmovilizándome con su peso — ¡Cálmate Jenny! — dice y mi respiración se corta, porque es la primera vez desde que nos conocemos que me llama por el diminutivo de mi nombre. En la posición en que estamos su rostro est
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