― ¿Cómo te sientes, Sara? ―la doctora preguntó. Era un pequeño salón pintado de blanco, dos sillones de color gris, una mesita blanca donde estaba la laptop de la doctora y al costado varios cuadernos. Ella tomó uno de color azul cielo, lo abrió y esperó pacientemente a que la mujer contestaba. Ahora las citas médicas eran semanales, las primeras semanas habían sido acompañada por familia, pero hoy todos habían tenido mucho que hacer, así que se había tenido que vestir rápido y venir en la camioneta ella sola, escuchando algo de música tratando de eliminar los nervios que estaban haciendo estragos con ella. ― ¿Hoy, o en general? ―Desde el jueves no nos vemos, dime, ¿Qué tal fue tu semana? ―Ah, sí, claro ―contestó con rapidez mordiendo su labio con nerviosismo. Tomó una respiración profunda y habló nuevamente―. Salí con mis hijos, Bianca le gusta mucho este lugar, está tomando danza y Jimi tiene amiguitos por aquí. Bianca siempre quis
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