20. Confesiones
Cuando Aura termina de girar se encuentra con sus ojos grises, cargados con una mirada profunda y sedienta, Maurizio se inclina levemente y despacio, susurra con la voz ronca “Aura…” Pero solo escuchar su voz fue suficiente para que Aura arremetiera contra los labios de Maurizio, necesitaba besarlo y cumplir las fantasías que amenazaban con volverla loca. Él no se sorprendió por su iniciativa, fue un beso desesperado que ambos anhelaban, por un largo rato dejaron sus lenguas entrelazarse, explorarse, conocerse, mientras las manos de Aura rondaban el pecho de Maurizio, y las de él se deslizaban peligrosamente por su espalda baja hasta levantarla y engancharla sobre la encimera de la cocina, descendiendo sus besos por el cuello de Aura haciéndola estremecer y gemir suavemente. Se detiene un segundo para respirar y Maurizio sabe que debe detenerse, lo reconoce mientras observa a Aura con una mirada perturbada, como quien no sabe qué hacer en ese momento, nunca la había visto ta
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