AmbarLas horas pasaban lentamente, como si el tiempo se hubiera estirado de una manera cruel y agonizante. Estaba sentada en el sofá, mi teléfono en la mano, esperando con desesperación una llamada de Axel. Él siempre llamaba, especialmente en días importantes como este. Pero ahora, el silencio era abrumador, y una inquietud inexplicable comenzó a crecer en mi pecho, como una sombra envolvente que no podía ignorar.Intenté tranquilizarme, diciéndome que tal vez estaba ocupado, que todo saldría bien, pero el mal presentimiento no desaparecía. Cada minuto que pasaba sin noticias, el nudo en mi estómago se apretaba más. Algo andaba mal. Lo sentía en los huesos.Miré el reloj: las nueve, luego las diez, y aún nada.El sonido del timbre rompió el silencio de la noche, haciéndome saltar del sofá. Corrí hacia la puerta, esperando, rezando que fuera Axel... pero al abrirla, vi a Kate. Mi amiga había venido porque la llamé hace horas, pero ahora, viéndola, su presencia solo me recordaba que A
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