Emiliana dormía. Arropada diligentemente por su tía, se veía descansada luego del mal día que tuvo. Con suavidad, Clara tomó el picaporte, temerosa de lo que se encontraría, una posible Emiliana comprensiva o tal vez una Emiliana aún enfurecida. Fuera cual fuese su reacción era algo que debía enfrentar con determinación, recuperar la relación con su hija no sería fácil, la conocía y quizá eso fue lo que temió al regresar, sin embargo, su pequeña era la razón por la cual había sobrevivido después de tantos años, su razón para seguir viviendo cada día. Finalmente, abrió la puerta para adentrarse a la habitación que lucía muy parecida a la que dejó de ver cinco años atrás, vio la joven durmiendo, pero no quiso separarse de ella ni un instante. En total silenci
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