Atina Mi vida había cambiado de diversas maneras en los últimos días. La boda de Verónica y Henrik se llevó a cabo en la playa, y fue tan mágica como la imaginé. Mi amigo y su esposa habían sellado su amor, rebozando de felicidad, ante todos nosotros como testigos de esa unión. La novia llevaba un sencillo vestido que emulaba la forma de una sirena y resaltaba su natural belleza, y Henrik también iba de blanco. Las damas de honor vestíamos de un turquesa suave y los padrinos del novio llevaban atuendos en el mismo tono.William tomó mi mano al momento de caminar hasta el altar, donde acompañaríamos a los novios, y susurró lo suficientemente bajo para que solamente yo lo escuchara “la próxima vez seremos nosotros”.Aunque estaba feliz con todo lo que estaba aconteciendo en mi vida, no querí
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