—Lluvia... habre la maldita puerta, ya mismo —escucho del lado de afuera de la habitación y la cabeza me taladra con cada golpe que le dan a la puerta—. Lluvia, en dos horas tienes la maldita entrevista, te dije que no hicieras algo estupido —grita Arthur y yo me coloco una almohada en la cara.Todo se vuelve a quedar en silencio y cuando creo que me dejará en paz, escucho el sonido de unas llaves y más atrás el de la puerta siendo abierta.—¡Ca-ra-jo! —que diga las cosas en sílabas, solo me hace pensar que esta vez la cagué bien feo—. No solo te bastó con desarmar casi medio pent-house, sino que ahora tu también quedaste vuelta nada —agrega y yo lo sigo ignorando.Las cortinas son abiertas de manera brusca, dejando que la luz del sol me pegue directamente en la cara. El fastidio se hace presente de inmediato y un leve lloriqueo por el dolor que me talad
Leer más