52. Talia
La sangre sale por debajo de la puerta, el grito de desesperación que sale por mi garganta, parece suceder en otro plano, porque mientras la puerta de la habitación se abre, para revelar los cuerpos inertes y los ojos vacíos de mis hijos, solo escucho el silencio, un silencio tan desgarrador y tétrico que me impide pensar en nada más que el dolor. Mis nenitas, mis dulces y luchadoras bebitas, que soportaron tres meses en un hospital, están mortalmente quietas, sus monos azules llenos de sangre, Nikolay, tan dulce y amoroso, su sonrisa tímida ahora inmortalizada como un grito silencioso, lágrimas secas en sus mejillas, y un simple agujero de bala en su frentecita. Y en medio de todo ese caos, una figura siniestra y sin rostro, mirando impasible su obra, para finalm
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