— ¿¡No me dijiste huevón que habrían puras chicas!? —Gritó en medio del patio.Su amigo se encogió ante sus palabras. Mirándole confundido, se alejó algunos centímetros, cauteloso, analizando la situación.— ¿¡En qué chucha me viniste a meter?! ¡Gil! —Exclamó, aún más exaltado. Por fin, recobrando la compostura, Marco musitó algunas palabras tranquilizadoras. Un “aguanta chugcha”, bastó para quitarle casi todo el enojo. Al notar que estaba más calmado, por fin preguntó que sucedía.— ¡El curso pues tonto alegre! ¡El curso que me tocó!— ¿¡Qué le pasa al curso?! —Replicó su amigo, en el mismo tono.— ¡Que de los veinticuatro estudiantes, veinte son hombres!Marco le miró confundido, analizando sus palabras. Un segundo después, sonrió. Dos segundos después, comenzó a reír. Tres segundos después, sus carcajadas se escuchaban por todo el patio. — ¡No me digas qué…! —Habló, intentando controlarse—. Ay, no, no, ¡no puede ser! —Notando que muchos de los estudiantes a su alrededor le miraban,
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