Narra Víctor ManuelNos alistamos Sebastián y yo, bien entrada la tarde para después pasar a recoger a Yolanda, ya que ella no quiso dignarse en ir a casa de los tíos de Sebastián pues el club swinger quedaba más cerca de la casa de ella. Cumplimos su capricho y llegamos por ella, que iba vestida con bastante extravagancia, pero eso gusta mucho en el club según sé por comentarios de mis amigos que acuden a esos sitios. Llegando al club, dejamos el auto en el estacionamiento y muy decididos entramos, nos colocaron en el brazo a cada uno un brazalete que nos daba acceso a reservados y a eventos públicos del club, así cómo ya era obvio a la barra libre. Nos sentamos en una mesa, pedimos nuestra primera ronda de bebidas, para brindar mientras mirábamos el catálogo de opciones a nuestro alrededor.–Bien chicos, ¿Qué les parece lo que van viendo? – Quiso
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