Una vez que Doniv se retiró de mi habitación decidí meterme inmediatamente al jacuzzi, y cuando ya estaba instalado ahí en medio de aquella fina mezcla de agua tibia y otras sales y líquidos misteriosos marqué el número de la gobernadora de la ciudad, quien me contestó de inmediato.— ¿Cómo estás, Bruck? ¿Todo bien?No sabía si estaba todo bien, ya que no estaba para nada acostumbrado a ese tipo de cosas, mucho menos a las preocupaciones sinceras hacia mí por parte de chicas tan importantes para el funcionamiento del sistema como la mismísima gobernadora de la ciudad.— Acá estoy —Respondí—, pensando en que hacer de aquí en adelante con esta vida que recién comienza.— ¿Y qué es lo que te gustaría hacer con esa vida que
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