No supe cuanto rato me quedé sentado en el mismo lugar en la sala de espera, sin siquiera intentar moverme. El teléfono no volvió a prender nunca más. Recordé que ni siquiera me quedaban cigarros. Como consecuencia del estallido social había un montón de negocios cerrados en los alrededores y por primera vez en mi vida no estaba tan preocupado por contar con aquel vicio. Llegaban a cada rato manifestantes, algunos con heridas leves y un par con los ojos ensangrentados, lo cual me impactó bastante, puesto que nadie se esforzaba en intentar desnormalizar aquello.Demasiados extranjeros también, venezolanos, haitianos y colombianos principalmente. Hacía frío y y andaba solo de polera. Me dolía bastante la garganta y la jornada laboral del día siguiente peligraba bastante. A ratos salía a la calle con el
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