Para ser casi el final del otoño, ese día estaba bastante soleado en Querétaro.Sin embargo, eso no quitaba que el uso de una chamarra fuera obligatorio pues los fuertes vientos helados podían hacer que aquel que le jugara al valiente con el frío obtuviera un catarro que le arruinaría las fiestas navideñas que ya estaban a la vuelta de la esquina, y nadie quería eso.Bajo el puente peatonal que estaba frente a la plaza de las Américas, se detuvo un autobús para que bajara el pasaje. Entre todas las personas que bajaron, bajó Kaled, portando una gruesa chamarra café que lo protegía del frío y además, con la cara llena de parches y curaciones y eso sólo era lo que estaba visible.Aunque ya habían pasado algunos días, los golpes y las heridas todavía le dolían, pero ese día se hicieron más soportables pues resulta
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