Luisa Recuerdo cuando mi padre murió, lo recuerdo como si hubiese sido ayer, él recostado sobre la cama del hospital con los ojos cerrados esperando por el final, cuando se fue, lloré mucho, lo hice como nunca en la vida pero no lloraba por que me hubiese dejado, no, al contrario, deseaba con toda mi alma que se fuera porque ya no deseaba verlo sufrir más y estaba enojada porque sabía que todos mis planes a futuro tenía que cambiarse. Cuando uno crece, siempre se hace a la idea de que su padre la entregará en el altar, le dirá al hombre con el que se va a casar que la cuide, que la trate bien y después más adelante conocerá a sus nietos, jugará con ellos y se irá en paz. Eso es lo que yo tenía que cambiar, la idea de mi padre, el aceptar que a partir de ese momento
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