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Todos los capítulos de Cuando no esperaba amar: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 30
***CAROLINA*** Después de un largo rato bañandonos, acariciándonos, explorándonos, me levantó y caminó hasta nuestra habitación, bajándome en la cama sin desprenderse de mi. Buscó en mis ojos aprobación y yo estaba deseosa de que entrara en mi, no me importaba el dolor, quería sentirlo por completo. Se deslizó de a poco y un dolor placentero me invadió, un dolor que me hizo apretar los ojos unos instantes y un quejido salió también de su boca. Ardía, pero no era tan desagradable como había pensado. Abrí los ojos y él estaba mirándome con el ceño fruncido, preocupado. Le sonreí para que estuviera tranquilo. Sentí algo que se deslizaba en aquella zona y metí mi mano para tocar. Al regresarla y mirarla, había sangre en mis dedos, quizás más de la que esperaba. Él la miró, tomó mi mano y la colocó en su pecho manchándolo. —Lo siento —dijo en mi oído. Seguía muy quieto. Me prendí en sus labios y moví mis caderas contra él, para que supiera que ya no me molestaba. Ya con confianza de
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Capítulo 31
***ABEL*** Cansada, con poco apetito y náuseas; sus caderas un tanto más anchas, sus pechos deliciosamente sensibles, su abdomen no tan plano como antes. Una semana notandolo, una semana admirando sus cambios sin decirle hasta no estar seguro, pero tantas señales difíciles de pasar por alto... La noche anterior lloró mientras le leía a Becky El renacuajo paseador de Rafael Pombo, historia que le había leído y recitado antes miles de veces, sin causarle ese efecto... Sabía lo que era y estaba convencido de ello. Haciamos el amor todos los días, no nos cuidabamos de ninguna manera. Cuando ovuló después de unos días de casados, estando en París, no la dejé salir de la cama, la llené de mí todo el día. Puse todo mi empeño en hacer ese sueño de ella, y ahora mío, realidad. Sonreí atontado, mientras admiraba a mi esposa dormir, sabiendo que había llegado otro de los tán ansiados momentos. Al fin y al cabo la había conocido gracias a que ella quería tener un bebé. —¿Hay alguien ahí? ¿Hij
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Capítulo 32
***Carolina***Cada día me enamoraba más de mi esposo, cada día lo amaba más.Desde nuestro matrimonio se había vuelto más tierno, apasionado y muchísimo más, con el embarazo. No quería que hiciera nada mientras él estaba conmigo, no me permitía que hiciera esfuerzos, me mantenía protegida todo el tiempo, me extra consentía.Becky, nuestra número uno, estaba creciendo más hermosa de lo que siempre había sido. Ya estaba en la etapa del gateo y yo era feliz viendo como avanzaba su desarrollo.Ya mi pequeña decía palabras sueltas. Recuerdo cuando me dijo 'Mamá' por primera vez. No importaba cuantos hijos tuviera ella siempre sería mi bebé, mi primogénita.Abel insistía en que no fuera a trabajar, pero yo no quería descuidar totalmente mis obligaciones.—No vayas a trabajar, quédate conmigo —me insistía para convencerme.C
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Capítulo 33
***Carolina***—Estaré bien amor, sólo son unas cuantas horas —le dije antes de irse, lo sentí preocupado.—Volveré pronto —me besó dudando de salir. Se agachó a la altura de mi vientre y le habló a Abby—. Te amo, mi princesa número dos, papá te ama mucho.La bebé como de costumbre se movió al escuchar a su papá.—Tú hija te ama, mi amor.—Y yo la amo a ella, las amo a las tres —volvió a besarme los labios y la frente.Acarició mi vientre y se fue.Tenía el desayuno en la mesa de comedor, pero no tenía hambre en ese momento porque había estado picando de la comida mientras preparaba el desayuno para Abel. Subí al baño como cada tanto ya que la bebé "bailaba" en mi vejiga. Estando ahí me provocó meterme a la tina.Ya habían empezado las contracciones falsas o de Braxton Hicks. No eran nada que me alarmaran, mi
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Capítulo 34
***Carolina***   Me fui en un vacío y ya no se sentía dolor, ya no se sentía nada, solo oscuridad. Y es que ¿qué es la muerte, si no lo contrario de la vida? Iba a dejarme llevar por completo en aquel vacío para que todo terminara, para que todo acabara, para que mi dolor se fuera. Pero lo escuché. —No quiero perderte también —su voz estaba, ronca, destrozada, desgarrada. Sollozaba fuerte—. ¡Quédate conmigo! ¡No me dejes, mi amor! No podré seguir sin tí... El aliento volvió a mi cuerpo y sentí mis pulmones llenarse de aire y mi corazón latió nuevamente. Quería quedarme, solo por él.   ***Abel*** Caí a
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Capítulo 35
***Carolina***Esperé que Ana abriera, pero parecía no haber nadie en casa y había olvidado avisarle.Busqué mi teléfono en el bolso, me percaté que no lo llevaba.Me asomé a la ventana y vi a Lola en su gimnasio. Toqué el vidrio de la ventana para llamar su atención. Reconociéndose, se acercó. Se sobó por la ventana cerrada queriendo que la acariciara.—Hola, mi Lola —escuché su ronroneo y me hizo recordar cuando vibraba en mi vientre y la bebé se movía al sentirla. Coloqué mis manos ahí donde había estado creciendo mi más grande ilusión.《Debes enfrentar esto y mucho más, Carolina》repetía para mis adentros.Estuve un rato más esperando a Ana. Al ver que no llegaba, tomé un taxi para ir al consultorio con mi esposo.Cuando subí al taxi le pregunté al conductor por la hora y antes de contestar vi en el tablero del
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¡Hola, romanticos! Este no es un capitulo
¡Hola mis romántic@s!¿Cómo se sintieron con los anteriores capítulos?Les contaré el porqué de aquello:Escribir la muerte de Abby fue una decisión que aún me duele y lloro cada vez que vuelvo a leer. Confieso que a veces quiero cambiarlo y reescribir esa parte, pero de allí desprende lo que continúa y más que todo Abby tiene una representación muy especial.Abby representa a todos esos bebés ansiados y amados que nacieron sin vida o murieron poco después de nacer,  pero sobre todo representa el dolor que queda y quema.Sé que lo describo a medias porque no lo he vivido y espero no hacerlo nunca y también espero que ustedes ninguno lo pase y si lo han hecho, lo lamento muchísimo de corazón; yo no lo viví en carne, pero lo presencié muy de cerca y aunque no puedo hablar desde una propia experiencia, sí me puse en
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Capítulo 36
***ABEL*** Dejamos al bebé y fuimos a un hotel cerca. Había comenzado a llover. ¿Que habría sido de ese pequeño si mi esposa no lo hubiera escuchado? Pedimos comida y útiles de aseo a la habitación. Luego de reposar nos metimos a bañar. Dejamos que el agua tibia nos relajara de aquel día agotador. Envueltos en las toallas, abrazados y escuchando el sonido de la lluvia contra la ventana, nos quedamos rendidos en la cama. Nos despertamos con la luz del sol entrando por la habitación. —Buenos días, preciosa —besé su cabeza que reposaba en mi pecho. —Buenos días, mi cielo. —Debemos ir por el niño y tengo que trabajar. —Umjum —se desperezó y fuimos a alistarnos. En el hospital revisé los análisis del bebé. Tenía una pequeña infección urinaria, seguramente producto de la deshidratación, pero lo peor era que en su organismo había rastros de anfetaminas. —No deja de llorar, ha comido muy poco, no se acomoda con el tetero —nos informó una enfermera. —Tiene síndrome de abstinencia; su
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Capítulo 37
***CAROLINA*** —¿La doctora Ferri? ¿Ecografía? —había sorpresa en su voz. —Sí, mi cielo, estaba preparando el ecógrafo y quise venir con el bebé mientras se desocupa. —Vale —tragó saliva—. Ya... Ya regreso. Me quedé ahí extrañada por su repentina actitud. Acomodé al bebé en las piernas para abotonarme la blusa y lo metí en la incubadora con ayuda de una enfermera. Caminé a la sala de ecografías y noté que Abel estaba con ella. Me acerqué lentamente y alcancé a escuchar a la doctora hablar con mi esposo. —¿Cuándo lo harás? —le preguntó ella. —No lo sé —suspiró profundo—, supongo que pronto. Entré a la sala haciendo notar mi presencia y lo vi estremecerse un poco. —¿Hola? —Cariño, ya la doctora está lista —dijo besándome y caminando fuera de la habitación. —¿No te quedas, cielo? —No, cariño, debo atender una cesárea —se quedó mirando a la doctora con preocupación. Regreso hasta mí, me besó de nuevo y salió. —¿Pasa algo, doctora? —cuestioné. —¡Ehhh! No. Ven, acuestate en la
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Capítulo 38
***CAROLINA*** Esa semana decidí ir con Abel por las mañanas al hospital para quedarme con el bebé. Cuando él terminaba su turno laboral, regresabamos a casa juntos. El niño fue mejorando en el transcurso de los días y mis sentimientos hacia él iban creciendo. Abel lo cargaba con ternura y podía ver en sus ojos que también lo quería, pero no había sido capaz de mencionar el tema de la adopción. ●●● Recaí una tarde al ver en el calendario una fecha que me removió las entrañas. Con ilusión habíamos encerrado la semana en la que posiblemente nacería nuestra Abby, la número 40 del embarazo. Había ido por algo de merienda a la nevera y vi que no habíamos arrancado algunos papeles del calendario que mostraban la fecha. Cuando llegué a la de ese día y la vi marcada, llena de corazones hechos por ambos, se vino el dolor encima como una avalancha y me dejé caer al suelo. —¡Mi amor! —escuché a mi esposo llamarme con angustia tirándose a mi lado, abrazándome. Le mostré el calendario. —Me
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