***ABEL*** Cansada, con poco apetito y náuseas; sus caderas un tanto más anchas, sus pechos deliciosamente sensibles, su abdomen no tan plano como antes. Una semana notandolo, una semana admirando sus cambios sin decirle hasta no estar seguro, pero tantas señales difíciles de pasar por alto... La noche anterior lloró mientras le leía a Becky El renacuajo paseador de Rafael Pombo, historia que le había leído y recitado antes miles de veces, sin causarle ese efecto... Sabía lo que era y estaba convencido de ello. Haciamos el amor todos los días, no nos cuidabamos de ninguna manera. Cuando ovuló después de unos días de casados, estando en París, no la dejé salir de la cama, la llené de mí todo el día. Puse todo mi empeño en hacer ese sueño de ella, y ahora mío, realidad. Sonreí atontado, mientras admiraba a mi esposa dormir, sabiendo que había llegado otro de los tán ansiados momentos. Al fin y al cabo la había conocido gracias a que ella quería tener un bebé. —¿Hay alguien ahí? ¿Hij
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