Pasé tanto tiempo llorando, que, sin darme cuenta, el sol ya había salido; mis ojos ardían y con la poca fuerza que me quedaba, me levanté y me dirigí al baño, me observé en el espejo y no me reconocí; la chica frente a mí, no era yo; ella lucía destrozada, tenía los ojos enrojecidos, las mejillas húmedas y con un leve color rosáceo, estaba herida, cubierta de hematomas, algunos que ya habían sanado y otros que le recordaban cada cosa por la que había pasado; su cabello estaba enmarañado, pero lo principal era su mirada, llena de tristeza y que revelaba un corazón herido. Esa no era yo.Yo era una chica feliz, hermosa, siempre con una sonrisa en el rostro, con la piel tersa y suave, yo era la chica perfecta con una mirada brillante; yo solía ser la chica alegre a la que todos recurrían, pero ya no era capaz de ver eso en el espejo.Lav&ea
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