Maldiciendo al rubio inocente por dentro, se frotó el cuello para aliviar la tensión que lentamente se estaba arrastrando hacia allí. Ella siguió frotándolo, esperando que Iker regresara pronto. Alguien tenía que distraerla, ¿verdad? Y el rubio era lo suficientemente fuerte como para hacer eso...— Oye Carmen deja de frotar, la cuerda de tu espalda se está aflojando, aquí, déjame atarla de nuevo para ti...Sonriendo como un niño con helado, Marcos hizo el movimiento para alcanzarla y atarla. Carmen se preparó, lista para mirarlo y golpearlo, incluso si la tocaba sin su permiso...Entonces el retrocedió, girándose para darle a Manuel una mirada extraña. Luego sus ojos marrones se iluminaron y se acomodó en su asiento, con una sonrisa aún más amplia en su hermoso rostro.— Bueno, está bien. ¿Por qué n
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