Ya casi eran las 11.30 cuando apareció Ken en la puerta, yo me había puesto un vestido blanco, me deje el pelo suelto y sentía una paz interior muy fuerte. Abrace a mi hermano, y él se fue, quedandonos solos los 2. Me acerque a él y me pregunto si estaba bien con la mirada, él siempre pensando en mí. - Todo está bien ahora, y pronto también lo vas a sentir vos, te lo prometo - le comente con una sonrisa, dándole ánimos y dando un paso hacia él, lo tome del brazo y lo traje hacia mí. - Sé que ninguno de los dos lo va a extrañar en un rato, pero ahora voy a aprovecharme de esto- le dije en un rapto de locura, aunque sabia que para mi ya no era el mismo sentimiento, aún tenia muy presente al sentimiento que despertaba en mi antigua yo. Me envolvió con sus brazos por la cintura y tome su cuello con las manos, nos empezamos a besar. Era tan cálido que podría quedarme así una eternidad, tan fuerte y a la vez tan suave que me es dificil poder trasmitir lo que me
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