Lillian cerró los ojos, y solo cuando Caridad se dispuso a responder, ella negó con la cabeza. Volviéndose miró a Shane, ella podía ver las lágrimas en sus ojos.—Él te quiere.—Lo sé—, susurró.—Nos haremos cargo desde aquí, Caridad.—Por supuesto, señora—, asintió y entró en la cocina para preparar algo de comida. Lillian agarró la mano de Shane y lo guio en dirección al dormitorio; Hizo una pausa y golpeó la puerta.—Hola Eric, ¿Puedo entrar?—¿Margaret te envió? Dígale que no pudo encontrarme, dígale que ya estoy muerto—, gritó su voz ronca.—No, no fui enviada por Margaret, en realidad tengo a alguien a quien me gustaría que te conozcas, tal vez si nos dejas entrar, sabrás quienes somos. No vamos a forzarte, será tu propia elección, pero te aseguro, Eric, puedes confiar en nosotros, no queremos hacerte daño—. Hubo silencio en la habitación y después de un tiempo, una voz casi inaudible llenó el silencio. —Entra—, Lillian miró a Shane, y luego giró
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