Era julio y el cielo se encontraba despejado, habían anunciado en las noticias que llovería, pero el sol no tenía la intención de desaparecer, no aún. Me confíe de ello y no lleve conmigo paraguas y abrigo, para colmo, había llevado una blusa sin mangas, lo cual no era muy común en mi. Ya que si había algo que odiaba era mostrar mis brazos, hombros y piernas, y sin exagerar mis pies.No había día que no tarareara camino al trabajo, si no lo hacía, venía hablando con el cielo. Esto a la gente parecía extraño, pero en realidad no me importaba. Si eso me hacía feliz, no tenía por que cambiar al respecto. Aquella tarde la señora Claudia me había ordenado comprarle un café, al salir del local, sentí el frío viento recorrer por mi cuerp
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