La casa de Magentha en todos los sentidos era humilde y hermosa, forrada en madera roble, con dos ventanas sin barrotes con marco blanco, la puerta a un costado con un adicional con solo una red para mosquitos, rústica y perfecta, no era más grande que tres habitaciones normales en una. El ambiente a su alrededor era silencioso y tranquilo, pues era una de las pocas casas que se mantenían alejadas del centro. Magentha con naturalidad se agachó para tomar una de las maletas que estaban en el piso para decorar la entrada, y debajo de ella sacó la llave que tenía escondida, era divertido ver como protegía su casa a pesar de que cualquier lobo normal hubiera olido el olor suyo impregnado en la maseta, sacando cuentas para agarrar la llave. La mujer abrió la puerta con suavidad, adentrándose a la caballa a paso lento, pero inclinándose a un costado para que Alex tuviera vistas de lo que había dentro. —Puedes pasar.—Habló la mujer haci
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