Melania Castello El sol arde en mis mejillas al recibirme Moscú con sus ínfulas de grandeza, esa que se me ha rompido en mil pedazos por culpa del rey de todos mis males, Doménico Masseria, que en estos momentos no solo debe saber mi verdadera identidad sino que lo he metido en problemas con nuestros supuestos socios involucrando a los primos Salvatore, otros enemigos que uno a mi lista.Cargo la pequeña caja con las cenizas de Favrizio en mis manos por las praderas del cementerio Novodévichi, uno de los más famosos de Moscú. Mi madre, mi hermano, Alina, mi sobrino y ahora mi padre merecen los mejor así no lo vean.Entrego el cofre a los encargados de sepultarlo realizando una pequeña ceremonia con sus hombres y los míos en honor a mi padre. Le tiro unas cuantas rosas blancas, esas que tanto le gustaban al igual que Alina, mi mejor amiga.Recuerdo la carta que m
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