Capítulo 86
David vio a Luna así y se asustó.

—Luna, esto es muy impulsivo. ¡Créeme, aunque esto se haga público, no habrá problema! ¡No dejaré que esto te afecte de ninguna manera!

Luna sonrió amargamente. Parecía tan desolada como una flor blanca en medio del viento invernal.

—David, ya no me engañes. Vi todo, vi lo que dicen de mí...

—David, de todas formas, no puedo estar contigo. Desde que me dejaste, ya perdí la esperanza de seguir viviendo. Ahora, de verdad, no quiero seguir viviendo ni un minuto más…

Dijo esto mirando hacia mí, y su expresión se volvió aún más desesperada y angustiada.

—Hermanita, sé que lo sabes. Sé que, porque mis padres me adoptaron, se llevaron el amor que te correspondía y por eso me odias, me desprecias.

—Pero, siempre te he considerado como una hermana. ¿Por qué? ¿Por qué haces esto?

—¿Por qué me sigues lastimando? ¿Qué hice para que me quieras ver muerta?

Antes de que pudiera responder, ella de repente se rio.

—Ya no importa… Ya nada importa, hermana. Voy a morir a
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