Paso un mes, todo parecía ir perfecto para mi, Abigail y yo, estábamos cada día mejor, además mi último combate fue un éxito, solo que estaba bastante ocupado con campañas publicitarias, lo positivo de esto, era que Abigail iba conmigo a todos lados como mi asistente, así que podía pasar el día con ella, aunque no pudiéramos hablar mucho.

-¿Cómo vas? – me pregunto ella

-ya estoy harto me está dando calor estar bajo los reflectores – ella tomo una de las pequeñas toallas que estaban sobre una mesita, yo me agache para que ella me quitara el sudor de la frente.

-es tu culpa por ser guapo – me dijo

-¿soy guapo, entonces? – le dije sonriendo

-basta borra esa sonrisa, así debías sonreír hace cinco minutos, no a mí –

-ya está bien, no voy a sonreír mas, pero dime ¿A dónde quieres ir a comer más tarde? –

-no sé, mmm… ¿Qué tal a la parrillada de la vez anterior? Se come muy rico ahí –

-será a donde tú digas –

-¿podemos continuar? – me pregunto un chico de mala gana, y Abigail, me hizo la seña