El corazón de Astrid se desbordaba de dulzura y una oleada de emociones la invadió mientras saboreaba la tarta dulce. Un torrente de alegría y gratitud la recorría, mezclado con una pizca de nostalgia y un destello de melancolía. Cada bocado era un regalo para su paladar y, al mismo tiempo, un bálsamo reconfortante para su alma.—Sabe delicioso —afirmó con una sonrisa, disfrutando cada bocado de la tarta dulce.Cuando el CEO notó que Astrid estaba dispuesta a hablar con él, su rostro se iluminó con alegría y encendió el auto de buen humor.La pelinegra miró la tarta salada con salsa verde que estaba colocada y olvidada a un lado, y no pudo evitar sentir curiosidad.—¿Vas a dejar eso ahí? —inquirió con curiosidad en su tono, apuntando al plato.Knut miró de soslayo su deliciosa tarta, pero con las manos ocupadas en el manejo del auto, no podía comer nada.—La disfrutaré cuando lleguemos a casa.—Si esperas a llegar a casa, la tarta habrá perdido su sabor—murmuró Astrid en voz baja, se
El silencio se hizo pesado entre ellos durante el trayecto, y Knut se sintió cada vez más incómodo. ¿Qué le pasaba a Astrid? ¿Acaso no podía soportar que él mencionara a Marit, su verdadero amor? Después de todo, ella solo era una rival a la que había tenido que casarse por circunstancias adversas.¿No era absurdo que le diera la espalda ahora?Al llegar a la mansión, Knut tuvo un impulso de buena voluntad y quiso reconciliarse con su esposa, ofreciéndole abrirle la puerta como un perfecto caballero. Pero cuando bajó del coche, ella ya estaba camino de la entrada.—Astrid, por favor, detente un momento, tenemos que hablar…—Hablar es lo que haré yo con los agentes cuando vengan a interrogarme sobre el hallazgo de tu cadáver.Knut se quedó boquiabierto, sintiendo un frío helador en la espalda.—Vamos, no seas así, ¿no crees que eso es un poco…?—Knut, si vuelves a abrir la boca, te arrancaré las entrañas antes de que exhales tu último suspiro.Knut se petrificó. Por alguna razón, esa f
Knut sintió una punzada de rabia al oír las palabras de su hijo y levantó la vista hacia su esposa, que estaba tumbada en el sofá, como si nada hubiera pasado.¿Cómo podía estar tan tranquila cuando su hijo de seis años acababa de anunciar que se iba de casa? ¿No le importaba lo que estaba pasando? ¿No se daba cuenta de que su matrimonio estaba en crisis?Frunció el ceño y trató de llamar la atención de Astrid, pero ella no apartó la mirada de su libro ni un segundo.Suspiró con frustración. Astrid seguía enfadada con él, eso era evidente. No le dirigía la palabra desde que la cagó en el auto.Volvió a mirar a su hijo, que lo observaba con reproche. Se enderezó con lentitud.—No digas tonterías, campeón. Tu madre y yo nos queremos mucho. ¿No has visto cómo hemos venido juntos del trabajo?El niño negó con la cabeza con firmeza. Knut se quedó sin palabras.—Estás mintiendo.El CEO se quedó boquiabierto.—No estoy mintiendo, pequeñín. Tu mamá y yo…—Mami dice que mentir es malo.Astrid
Knut corrió al jardín y le pidió a una de las empleadas que fuera tras su hijo, que acababa de escapar de la casa. Sin perder tiempo, el CEO regresó al salón y se enfrentó a su esposa, que seguía en el sofá comiendo fruta con indiferencia.—¿Estás loca o qué? —le espetó, a lo que Astrid lo miró con lentitud—. ¡Nuestro hijo se ha ido! ¿Te das cuenta? ¡Es tu hijo también, no solo mío! Pero no te importa, ¿verdad?Astrid rodó los ojos. Su marido era un idiota que no sabía lo que decía.Knut alzó la voz al ver que su esposa no le hacía caso en una situación tan grave.—Ya veo cómo es —Astrid lo miró completamente irritada. ¿Qué tontería iba a soltar ahora su marido amnésico?—. Solo usaste a Klas para atraparme en este matrimonio infeliz, ¡no lo quieres en absoluto! ¡Ni a mí tampoco!Astrid contuvo una risa amarga. ¿De qué estaba hablando su marido? ¿Cómo podía decir que no quería a su hijo? ¡No había amor más puro y verdadero que el de una madre por su hijo! ¿Y cómo podía decir que no lo
En medio de un apasionado discurso, Knut finalizó sus pensamientos. Con un sorbo de agua, humedeció sus labios y, ansioso por poner en práctica los besos anticipados, buscó a Astrid con la mirada en la sala de estar. Para su sorpresa, descubrió que Astrid había desaparecido hace mucho tiempo.Frustrado, Knut se pasó la mano por el cabello en un gesto de exasperación. Los labios preparados para el beso quedaron sin encontrar su destino, marchitándose como una flor en medio de la sequía. Decidió dirigirse al estudio para ocuparse de los documentos, donde esperaba encontrar algo de distracción.Por el momento, el "plan de los besos" tendría que suspenderse hasta que su hijo regresara, concluyendo que la ausencia de Astrid requería posponer sus prácticas.(....)La llegada de la noche trajo consigo el momento más angustiante para Knut: la hora de dormir.Atormentado por pensamientos inquietantes, se preguntaba qué pasaría si su cruel esposa volvía corriendo a sus brazos. ¿Cuántas veces te
Knut inmediatamente cambió de tema, sin querer seguir metiéndose en los asuntos sentimentales del hermano de su esposa, y le preguntó a su hijo: —¿Ya desayunaste?—¡Sí, papi! Comí papitas fritas y un batido de leche con chocolate —respondió Klas con una sonrisa.El joven CEO se sorprendió de que su hijo se viera tan feliz con una comida tan simple. Él recordaba que cuando era pequeño le gustaban esas cosas, pero no le parecían nada especial. ¿Qué había cambiado en los gustos de los niños de hoy en día?Knut acarició la cabeza de su pequeño hijo con cariño y notó que su vientre estaba abultado. Seguramente Klas se había comido todo lo que había en el plato.—¿Te gusta tanto la comida que te comes todo lo que hay? ¿Lo quieres?Klas asintió con fuerza y obediencia.—¡Sí, papi!Knut sintió el impulso de cumplir todos los deseos de su hijo, impulsado por la nueva personalidad que había surgido después del accidente en el laboratorio.—Entonces te compraré el combo de comida rápida todos lo
Astrid miró a su esposo con una mezcla de sorpresa y diversión. No podía creer que él fuera tan inocente y crédulo. ¿Cómo podía pensar que eran pobres solo por una mentira que ella le había dicho a su hijo? ¿Y cómo podía ofrecerle papas fritas y batidos de leche como si fueran el mayor lujo del mundo?Sin embargo, también sintió un poco de tristeza y frustración por él. A pesar de su amnesia y su confusión, él seguía siendo un hombre trabajador y responsable, dispuesto a hacer cualquier cosa por su familia. Pero también seguía siendo un hombre distante y frío, que la trataba como a una enemiga y que se casó con ella solo por obligación a su hijo.Ella lo amaba con todo su corazón, pero él no podía recordar nada de su vida anterior. No podía recordar cómo se conocieron, cómo se enamoraron, cómo se casaron, cómo nació su hijo. No podía recordar todos los momentos felices y difíciles que habían compartido. No podía recordar que ella era su esposa, su amiga, su cómplice, su alma gemela.D
El secretario se sintió completamente desorientado. ¿Acaso sus oídos le estaban jugando una broma? ¿El CEO estaba hablando en serio sobre su pobreza? Era una locura pensar que el hombre más rico del país renegara de su fortuna.Estaba a punto de dejar caer su teléfono de incredulidad cuando recordó el proverbio chino que siempre lo inspiraba: "Amarra tu caballo antes de entrar al pueblo". Decidió tomar algunas respiraciones profundas para calmarse. Si el CEO quería ocultar su riqueza momentáneamente, debía respetar esa decisión y mantener la compostura.Mientras el secretario se sumía en sus pensamientos, Knut seguía hablando, pero esta vez con un tono melancólico. El CEO pudo sentir la tristeza en sus propias palabras.—Está bien, invertiré dinero para borrar el rostro de Astrid en la foto, pero no te preocupes por mí.El CEO sabía que tenía que proteger el honor de su esposa y ocultarla del mundo, aunque ahora fueran humildes. Su amor y lealtad hacia ella eran inquebrantables.Un bu