Bertold tragó saliva por miedo.

La mujer también estaba empezando a sentir miedo.

Temía que este joven también le rompiera el brazo como le hizo a Bertold.

Ella siguió al joven mientras caminaban hacia el patio trasero.

Finalmente llegaron a una choza en su patio trasero.

¡Pum!

El joven cerró ruidosamente la pesada puerta detrás de ellos.

Ambos se estremecieron de miedo.

Pero no tenían otra opción. Después de todo, Bertold no podía permitir que su brazo permaneciera como estaba.

“Será mejor que me arregles el brazo. O no te dejaré ir. ¿Por qué no vas y preguntas…?”.

Bertold no iba a perder su orgullo tan fácilmente. Así que, continuó hablando con una mirada hostil en sus ojos.

“Está bien, eso es suficiente. Ya les dije que sé lo poderosos que son los dos. Así que, ¡hablemos!".

El joven lo interrumpió antes de que pudiera terminar de hablar.

"Je je. ¡Siempre y cuando arregle el brazo de mi hombre, no pediremos ninguna compensación!".

Dijo la mujer.

¡Paf!

El joven abofet